No podía dormir, mi cabeza daba vueltas sin
parar.
Los pensamientos fluían como nunca por mi
mente.
No estaba listo.
No quería vivir tal masacre.
Ya no había vuelta atrás.
Decidí salir de mi cómoda habitación e ir
por un poco de agua, para tranquilizarme. Al llegar a la penumbra de la cocina,
visualicé una silueta, era Glimmer.
-
¿Tampoco puedes dormir? – Le pregunto.
-
No…
Ya ninguno de los dos decidió hablar, nos tomamos ese
momento para apreciar el silencio que había por primera vez en el Capitolio.
Después, nos miramos a los ojos y supimos lo que pasaba.
Teníamos miedo.
Glimmer se acercó cautelosamente a mí, cuando tan solo estaba
a 5 cm de mí, me abrazó como nunca, y yo hice lo mismo.
-
No te puedo perder, Marvel, no puedo.
Comenzamos a sollozar.
Ahí estábamos, dos mejores amigos de toda la vida, ahora
tributos profesionales, de apariencia tan dura como una roca, llorando por nuestras
vidas.
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