miércoles, 8 de enero de 2014

18





Era hora de comenzar la cacería en el bosque. Ya era de noche y comenzaba a hacer frío.
Cato nos dijo cual era nuestra tarea, a lo cual yo simplemente lo ignoré porque honestamente no me interesaba mucho. Mi único plan era cuidar de Azora y Glimmer.


Cada uno de nosotros tomó una mochila con provisiones, sus armas y una antorcha, ya que la luz de la luna no era suficiente en medio del bosque.


Nos adentramos a este, permaneciendo siempre juntos.


Pasaron horas desde que estamos dando vueltas por el bosque, sin mucha acción, cuando vimos un evidente fuego a unos cuantos metros.

Que estúpida tiene que ser esa persona como para hacer una fogata en medio del matadero.

Escucho como Cato y Clove se emocionan, ya necesitaban de esto.


Glimmer y yo fingimos emoción, Azora está demasiado exhausta para eso. Y Peeta se mantiene al margen.


Caminamos más con sigilo, no queríamos que escapara. Cuando llegamos notamos que era una chica y se había quedado dormida, pobrecilla.

Me recargo en un árbol mostrando desinterés y dejo que Clove se encargue de ella.
Esta toma a la chica de la camiseta:

-          Buenos días. –  Susurró Clove con una sonrisa cínica en su cara.

La chica comienza a llorar y suplicar que no lo hagamos, no puedo evitar reír porque por más que suplique, no le perdonaremos la vida, estamos luchando por la nuestra.

-          Lo siento, cielo, pero eso no será posible. ¿Cato? – Clove sonríe con satisfacción mientras le da el paso a Cato, Cato no puede con su emoción y la atraviesa con su espada.
Escucho gritos y sollozos, pero eso no nos detiene.

De alguna manera nos sentimos aliviados. Estamos conscientes de que el juego ha comenzado.
Hay risas y felicitaciones.

Escucho a Glimmer gritar:
-          ¡Doce menos, quedan once!

Los demás vitoreamos eso.

Comenzamos a registrar a la chica, por si alguna de sus provisiones nos servía, pero no tenía nada que fuera bueno.

-          Será mejor que nos vayamos para que puedan llevarse el cadáver antes de que empiece a apestar. – Dijo Cato con sorna.

Todos estamos de acuerdo con esto; comenzamos a caminar una vez más, pero hay algo que no parece correcto.

-          ¿No tendríamos que hacer oído ya el cañonazo? – Pregunto con cierta confusión.
-          Diría que sí, no hay nada que les impida bajar de inmediato. – Azora me dio la razón.
-          A no ser que no esté muerta. – Sugirió Glimmer.
-          Está muerta, la atravesé yo mismo. – Nos contestó Cato con cierto fastidio.
-          Entonces, ¿qué pasa con el cañonazo? – Pregunto una vez más.
Puedo notar como Cato se enfurece cada vez más, es como una burla hacia él. Por primera vez, Clove permanece callada y Peeta parece no importarle.
-          Alguien debería volver y asegurarse de que está hecho. – Dijo Azora con cierta molestia.
-          Sí, estoy de acuerdo con Azora. No quiero tener que perseguirla dos veces. – Glimmer también se veía fastidiada.
-          ¡Dije que está muerta! – Cato ya estaba hirviendo, estábamos dudando de sus capacidades de profesional y eso no lo soportaría nunca.

Comenzó toda una discusión que podría terminar mal, hasta que alguien gritó y para mi sorpresa había sido Peeta.

-          ¡Estamos perdiendo tiempo! ¡Iré a rematarla y seguiremos moviéndonos!

Esto nos sorprendió a todos, sobre todo a Cato, que además de eso solo lo molestó más.

-          Venga, chico amoroso –le dijo Cato-, compruébalo tú mismo.

Todos nos quedamos callamos y lo observamos mientras iba hacia ella.
Entonces una voz me sacó de mi trance. Era Glimmer.

-          ¿Por qué no lo matamos ya y acabamos con esto?
-          Deja que se quede. ¿Qué más da? Sabe utilizar el cuchillo. – Le contestó Clove.
-          Además, es nuestra mejor posibilidad para encontrarla. – Dijo con sorna Cato.
-          ¿Por qué? ¿Crees que la chica se tragó la cursilería romántica? – Volvió a preguntar Glimmer con cierto fastidio. Sé que esto está siendo algo difícil para ella.
-          Puede. Parecía demasiado simplona. Cada vez que la recuerdo dando vueltas con el vestido me dan ganas de vomitar. – Dijo Clove con cierto asco y burla en su tono de voz.
-          Ojalá supiéramos como consiguió el once. – Esta vez es Azora la que lanza la pregunta al aire.
-          Seguro que el chico amoroso sabe. – Clove dijo con seguridad.

Todos se callaron cuando escucharon a Peeta regresar.

-          ¿Estaba muerta? – Preguntó Cato son soberbia en su voz.
-          No, pero ahora sí – Le responde Peeta. En ese momento se escuchó un cañonazo. - ¿Nos vamos?


Así todos partimos de regreso, para tomar un descanso: Beber un poco de agua, comer y montar turnos sobre quien debería dormir primero y quien debería montar guardia.

17





Ya había pasado el atardecer, Peeta es ahora parte de la alianza. Dejamos que Azora y Peeta se compongan un poco, para después comenzar con la cacería en el bosque.
Beben un poco de agua y comen.


Justo al caer la noche escuchamos el himno que procede al recuento de bajas.
Dirigimos nuestras miradas al cielo y vemos el sello del Capitolio que parece flotar.
En realidad estamos viendo una pantalla enorme que transportan en uno de sus silenciosos aerodeslizadores.
El himno termina y el cielo se oscurece un momento. En casa estaríamos viendo la repetición de todos y cada uno de los asesinatos, pero consideran que eso sería una ventaja injusta para los tributos sobrevivientes.


Una vez más, todos nos miramos; estamos a punto de ver cuántos quedamos en la arena.


La primera fotografía que se proyecta es la chica del Distrito 3. El siguiente es Breck; tomo la mano de Azora, para que esté consciente de que ahora está conmigo.
El chico del Distrito 5. Los dos del 6 y del 7. El chico del 8. Los dos del 9. Y finalmente la chica del 10.


Escucho un pequeño suspiro, puede que sea de parte de Peeta, pero no digo nada.


Vuelven a pasar el sello del Capitolio con una última floritura musical. Después nos volvemos a quedar a oscuras con los extraños sonidos del bosque.



Quedamos 13 en la arena.


16




Cuando Glimmer y yo nos percatamos de esto nos miramos por unos segundos para después dirigirnos hacia ellos.

Al acercarnos más a ellos me di cuenta que aquella persona que nos estaba dando la espalda era Peeta, del Distrito 12.

-          ¿Qué sucede aquí?- Pregunta Glimmer algo confundida.
-          Glimmer, Marvel, ¡qué bueno que llegan! nos hemos encontrado al Chico Amoroso, tiene una jugosa petición. – Nos dice Clove dirigiendo su mirada hacia nosotros. Puedo notar que sostiene a Peeta de la camiseta.
-          Bueno, creo que eso es algo que se tiene que discutir cuando esté la alianza completa, ¿dónde están Azora y Breck? – Contesté algo más que desesperado de información.
No veía a Azora en ninguna parte y eso estaba alterándome, era una profesional pero eso no te exenta de nada.
-          No lo sabemos, ya deberían de estar aquí y lo saben, tal vez estén muertos, no podemos detenernos por ellos. – Dijo Cato de manera autoritaria. En el momento que dijo eso mi cara de distorsionó por completo, Glimmer lo notó y trató de calmarme.
-          Marvel, calma, ella está bien, te lo aseguro. – Me dijo en un susurro; luego se dirigió a Cato y Clove. – Podemos esperarlos unos cuantos minutos, solo para comprobar.
-          Está bien, esperaremos hasta el atardecer, si para ese entonces ella no llega, ya sabremos que pasó.

Mientras esperábamos nos sentamos alrededor del lago, descansando un poco, contando la armas que teníamos, a quien le servía a cada cosa, los provisiones con las que contábamos, tomando un poco de agua, comiendo algo de fruta seca, etc. Cato y Clove no dejaban de vigilar a Peeta, y a este se le notaba completamente incómodo.

Cuando el sol se estaba poniendo mis nervios aumentaban, no llegaba, tal vez murió.

Estaba a punto de perder toda esperanza cuando escuchamos algo que venía del bosque, todos nos pusimos en posición de ataque por si era necesario, de repente, ella salió del bosque, venía sumamente alterada y agitada, algo había sucedido.

Todos volvimos a nuestras posiciones y caminé hacia ella; estaba viva, era todo lo que me interesaba.

Cuando estuvimos frente a frente la abracé, olvidando por completo que tal vez haya muchas cámaras en nuestro enfoque.

-          ¿Qué sucedió? ¿Por qué no regresabas? – No pude evitar preguntar haciendo evidente mi tono de preocupación.
-          Entré al baño de sangre, todo iba bien, estaba viéndolos constantemente pero algo salió mal, pude notar de Breck estaba teniendo problemas, así que fui a ayudarlo, tuvimos que correr, ya estaba herido, cuando el chico del Distrito 11 le lanzó un cuchillo, así apuñalándolo, lo vi caer, estaba confundida, no sabía qué hacer, acababa de ver a mi compañero de distrito morir y no pude hacer nada al respecto para evitarlo, solo me quedé ahí parada, cuando regresé a mi estado normal pude notar que este mismo chico corría hacia mí, tuve que huir. Estaba realmente angustiada, no sé qué fue lo que me pasó, lo siento. – Me abrazó y pude ver una lágrima bajar por su mejilla, así que la limpié. Me dolió demasiado verla en ese estado.
-          Ya estás bien, ya estás conmigo, estás con tu alianza, ahora nos cuidaremos el uno al otro, ¿de acuerdo? Ahora vamos con ellos, que te estábamos esperando, hay un asunto que debemos resolver, te daré algo de agua y comida para que puedas reponer tus energías. – La tomé de la mano y la llevé con los demás; para cuando llegamos ella ya se había recuperado lo suficiente como para que no la vieran tan afectada.
-          ¿Qué sucede? ¿Todo bien, Azora? – Preguntó Glimmer notando sus ojos algo rojos.
-          Sí, todo bien, gracias Glimmer. – Dijo con una pequeña sonrisa.
-          ¿Dónde está Breck, Azora? – Preguntó Cato.
-          Fue asesinado por el chico del Distrito 11, no lo pude ayudar.
-          Oh, es una lástima, era realmente bueno con las trampas. – Dijo Clove con un tono de lástima. – De acuerdo, Chico Amoroso, habla.

En ese momento todos dirigimos nuestra mirada hacia Peeta, Azora que no lo había notado hasta ahora se sobresaltó un poco, lo cual me sacó una pequeña risa.

Peeta nos miraba no muy seguro, era muy obvio que desconfiaba de nosotros, por mi parte, no buscaba asesinarlo, sabía que si no nos gustaba lo que dijera, Cato se haría cargo de él, así como de Katniss, su compañera de distrito, no le agrada demasiado por haber sacado una calificación mayor que él en el entrenamiento.
Finalmente, se decidió a hablar.

-          Sé que Katniss, mi compañera de distrito, no les agrada del todo, así que, he pensado en iniciar una alianza con ustedes, ya que yo los puedo ayudar a encontrarla más rápido.

Esto era nuevo, ¿no se supone que el está enamorado de ella? Eso es traición.
Dirigí mi mirada a Azora, sé que ella piensa lo mismo que yo.

Después dirijo mi mirada hacia todos los demás, todos tienen la misma expresión en su rostro: Confusión.
No lo comprenden.

Hasta ayer el había declarado su amor a ella frente todo Panem.

-          ¿Y esta traición a que se debe esta traición? – Preguntó Azora, con decisión.
-          Bueno, estos son Los Juegos del Hambre, aquí el amor ni la amistad existen, esto es matar o morir. Estoy luchando por mi vida.

Todos nos miramos. Estábamos confundidos. Sí, estos eran Los Juegos del Hambre, pero nadie está exento a los sentimientos.

Miró una vez a Azora, la contempló durante unos segundos, y sé que yo nunca podría hacerle tal cosa. Nunca podría traicionarla, aunque me costara la vida.

-          ¿Cómo sabemos que dices la verdad? ¿Cómo sabremos que esto no es solo un engaño? ¿Un plan ideado por ustedes dos? – Preguntó Glimmer.

Peeta dudó un momento, pero contestó.

-          Katniss es realmente astuta, pero no piensa demasiado, es buena en las trampas, pero no lo suficiente, las puedo reconocer en un segundo. Los guiaré hacia ella, yo tampoco la quiero en el mapa.


Y con eso se ha ganado a Cato y Clove.
Por otra parte, esto no nos parecía buena idea a la otra parte de la alianza.


No se puede confiar en alguien enamorado.

martes, 7 de enero de 2014

15





Sesenta segundos.


Es el tiempo que tenemos que estar de pie en nuestros círculos metálicos antes de que el sonido de un gong nos libere. Si das un paso al frente antes de que acabe el minuto, las minas te vuelan las piernas.


Abro los ojos.


Sesenta segundos:

Es el tiempo para observar el anillo de tributos. Visualizo a lo lejos a Glimmer y a un tributo de distancia a Azora.

Ahora veo la Cornucopia con todo lo que hay a su alrededor; lanzas, flechas, cuchillos, mochilas, tiendas de campaña, cerca veo un lago.

Analizo detenidamente todo lo que está a mí alrededor, comienzo a sacar cuentas y ver mis posibilidades.
Por el momento mi único objetivo es correr directamente a la Cornucopia y adentrarme al baño de sangre.

Treinta segundos.

Fijo mi vista hacia Glimmer, ella lo nota y me mira también.

-          Estaré bien.- Puedo leer en sus labios.


Después fijo mi vista en Azora, que se ve completamente tranquila. Me mira y me sonríe.

Quince segundos.

La cuenta regresiva comienza.

“Tú puedes Marvel, tu puedes hacerlo.” Me repito una y otra vez.

Y suena el gong.

Corro como solía correr en los entrenamientos de la Academia, llego a la Cornucopia y antes de si quiera haberme dado cuenta de la situación ya me había convertido en un asesino.

Comencé a asesinar a cada persona que se interpusiera en mi camino, teniendo en mente a solo dos personas por las cuales debía luchar: Glimmer y Azora.

Debía permanecer vivo por ellas.

Cañonazo tras cañonazo.

Ese sonido comenzó a sentirse familiar para mis oídos.

Pasaron horas para que el baño de sangre finalizara, sin embargo, se sintieron como tan solo unos cuantos minutos.

Cuando finalizó miré a mí alrededor: Cadáveres completamente destrozados.
Eran adolescentes como yo, otros eran simplemente niños, también luchando por sus vidas.

De pronto me sentí como la peor persona del mundo por participar en tan sádico evento, son personas inocentes, ¿por qué asesinarlas?

Esto apenas había comenzado y sentía que ya no podía.

Estaba a punto de volverme loco en medio de todos mis pensamientos cuando mi cordura regresó. Azora y Glimmer.

¿Dónde estaban? Necesitaba encontrarlas.


Comencé a buscarlas desesperadamente con la mirada y estaba comenzando a temer lo peor cuando tocaron mi hombro: Era Glimmer.

-          Te dije que estaría bien. ¿Tu cómo estás?.- La miro detenidamente y a pesar de estar en estas condiciones me regala una perfecta sonrisa.

-          Estoy bien, solo algo sorprendido todavía.



Nos alejamos de ahí lentamente, cuando vimos a unos pocos metros a Cato y Clove hablando, no lo podía ver bien porque nos daba la espalda, si de algo estoy seguro, es que definitivamente ese no es Breck.

sábado, 19 de octubre de 2013

14









El día ha llegado.


Sentía que regresaría el desayuno de 3 días, sin embargo, me calmé.

Cashmere, Gloss y Violetta no irán con nosotros. Ellos se desplazarán directamente a la sede central de los Juegos, donde reclutarán patrocinadores.

Es el momento de despedirse.


-          Cashmere, Violetta, Gloss, muchas gracias por todo, por su comprensión y sus consejos. No sé si volveremos o no, nadie tiene asegurado un futuro, si lo hago, los veré pronto, si no lo hago, quiero que sepan que en tan poco tiempo se volvieron realmente importantes para mí.- Dije esto mientras sus ojos se cristalizaban y me abrazaron.
-          Oh, Marvel, eres maravilloso en cada aspecto, estaremos cuidando de ustedes.- Dijo Cashmere, para después besar mi cabello.

Glimmer y yo nos fuimos con nuestros estilistas, que nos prepararían para los Juegos y nos enviarían directamente a ellos.

Antes de comenzar con toda la acción, pedí un momento a solas con Glimmer.

Noté como ella palidecía y sus labios comenzaban a temblar.

-          Glimmer, todo estará bien, lo prometo. Llegaremos a la arena, entraremos al baño de sangre, comenzaremos una alianza y todo irá bien, ya lo verás. Después, que pase lo que tenga que pasar, pero te aseguro que haré todo lo posible por mantenerlas a salvo.- Tomé su cara entre mis manos suavemente y besé su frente.- Es hora de irnos, pero te veré en la arena.


Me fui con Rose y un aerodeslizador aterrizó, subí por la escalera, al estar ahí, un hombre vestido en bata blanca se acercó con una jeringa.

-          Marvel, este es tu dispositivo de seguimiento. Cuanto más quieta estés, mejor podré colocártelo.


Al colocarme ese dispositivo se retiró y yo me dirigí hacia el gran vidrio que había, admirando cada uno de los paisajes, estábamos pasando sobre la ciudad, veía a la gente como puntos muy pequeños, todos llenos de color, después, sobrevolamos sobre otros lugares más, alguien se acercó y me alejó de ahí. Era Rose.


-          Marvel, deberías desayunar algo, vienes con el estómago vacío.
-          No lo sé, Rose…
-          Marvel, haz caso a lo que te digo, sufrirás de golpes de adrenalina, los cuales a las pocas horas te dejarán sin energías, debes llevar algo en tu organismo.


No tenía muchas ganas de discutir con Rose, así que decidí tomar el desayuno.
Honestamente, no sabía con certeza que era lo que estaba desayunando, solo tomaba la comida y la metía a mi boca rápidamente; los nervios ya se estaban haciendo presentes.

Cuando ya no pude más, me recosté en un pequeño sofá.

Después de unos cuantos minutos, el aerodeslizador aterriza, y Rose y yo volvemos a bajar la escalera, aunque esta vez para bajar hasta un tubo subterráneo que da a las catacumbas.

Seguimos las instrucciones para llegar a mi destino, una cámara para realizar los preparativos. En el Capitolio la llaman la sala de lanzamiento. En los distritos la conocemos como el corral, donde guardan a los animales antes de llevarlos al matadero.

Todo es completamente nuevo, yo seré el único que usará esta sala de lanzamiento, y es completamente horroroso.

Lucho por no vomitar todo lo que he comido hace unos momentos atrás.

Rose me ayuda a abrir el paquete en el que viene la ropa que usaré, ya que yo estoy demasiado nervioso para abrirlo por mí mismo.

Con todo listo, solo queda esperar la llamada.

Los nervios que sentía se convirtieron en terror, pensando en que era lo que me esperaba.
Rose está sentada frente a mí, totalmente en silencio, mirándome fijamente.

Le iba a preguntar qué era lo que sucedía pero ya era muy tarde, ya anunciaban que era la hora de partir.

-          Cuídate mucho, Marvel. Has sido de los mejores tributos que he tenido. Que la suerte esté siempre de tu parte.

Caminé lentamente hacia la placa de metal redonda, miro por última vez a Rose y un cilindro de cristal me rodea, separándome por completo de lo que solía ser mi libertad. Cierro los ojos para cuando el cilindro empieza a elevarse, dejándome en la oscuridad, intento regularizar mi ritmo cardíaco y lanzo un gran suspiro al cristal.


¿Por qué es que tengo tantas ganas de vivir la vida que se me ha dado cuando están a punto de quitármela por completo?



Siento la luz del sol sobre mi cara y la brisa del viento soplar con ese conocido olor a pino.


En ese momento oigo la voz del legendario presentador Claudius Templesmith por todas partes:

-          Damas y caballeros, ¡que empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre!



13





No podía dormir, mi cabeza daba vueltas sin parar.
Los pensamientos fluían como nunca por mi mente.

No estaba listo.
No quería vivir tal masacre.
Ya no había vuelta atrás.

Decidí salir de mi cómoda habitación e ir por un poco de agua, para tranquilizarme. Al llegar a la penumbra de la cocina, visualicé una silueta, era Glimmer.


-          ¿Tampoco puedes dormir? – Le pregunto.
-          No…


Ya ninguno de los dos decidió hablar, nos tomamos ese momento para apreciar el silencio que había por primera vez en el Capitolio.

Después, nos miramos a los ojos y supimos lo que pasaba.

Teníamos miedo.

Glimmer se acercó cautelosamente a mí, cuando tan solo estaba a 5 cm de mí, me abrazó como nunca, y yo hice lo mismo.


-          No te puedo perder, Marvel, no puedo.


Comenzamos a sollozar.



Ahí estábamos, dos mejores amigos de toda la vida, ahora tributos profesionales, de apariencia tan dura como una roca, llorando por nuestras vidas.

viernes, 6 de septiembre de 2013

12









Era el día de la entrevista con el famosísimo Caesar Flickerman. Nos habían despertado temprano para tomar un rápido desayuno y una rápida ducha. Tanta ducha en el Capitolio ya había hecho que irradiara olores de muchos colores. Sé que suena raro, pero aquí en el Capitolio es posible y aterradoramente normal.

Rose había comenzado conmigo temprano. Puso sobre mí muchos líquidos raros, me dijo que era para la Arena, de seguro para que no me crezca vello de nuevo. Todavía no comprendo que tienen de malo los vellos, todos los hombres los tenemos.

Después de mi súper larga ducha con las raras sustancias de Rose, me ayudó a vestirme. Yo me puse los calzoncillos y los pantalones, pero ella me ayudó con lo demás.

Era un pantalón azul parecido al  violeta, una camiseta lila con otros toques con un purpura y líneas amarillas, un chaleco azul casi turquesa, un saco azul como el azul del pantalón y unos zapatos de vestir del mismo color que el pantalón con cordones blancos. Es algo que tal vez nunca habría usado en el Distrito 1, pero me gusta. Me maquilló un poco, y peinó.

Vi a Glimmer con un provocador vestido casi transparente color dorado. Ese tipo de vestidos son los que a Glimmer le benefician. Ya que se ve sexy la mires por donde la mires. Antes de bajar Cashmere y Gloss nos recodaron cuales eran nuestros enfoques: Glimmer la chica encantadora y sexy. Yo, el chico amistoso, ególatra con mucha seguridad, tal vez demasiada.

Al bajar sólo estaba la pareja del Distrito 2. Nos acomodamos en nuestros puestos y se escuchó cómo se abría el elevador, giré mi cabeza y era el Distrito 4.

Azora se veía preciosa, como de costumbre.

Llevaba un vestido rosa crema que era algo ajustado en el pecho, pero caía perfectamente debajo de su cintura. La parte que caía tenía algunas rosas hechas con tela que era parte del vestido. Llevaba unos tacones color morado y tenía un adorno en ellos, eran como flores blancas en la punta del tacón. Llevaba su cabello suelto, y tenía poco maquillaje.

Me gusta más sin maquillaje. Pero sigue viéndose preciosa.

-          Hey… - Me dijo en forma de saludo.
-          Hey… - Le respondí y sonreí.
-          Te ves muy guapo. – Me dijo viéndome a los ojos.
-          Muchas gracias, tú no te quedas atrás. Te ves preciosa.

Este comentario hizo que se sonrojara. Yo sólo tomé su barbilla y besé delicadamente su mejilla.
La vi y sus ojos seguían brillando.

-          Chicos enamorados, lamento interrumpir pero aquí no pueden hacer eso, no les vendría bien con los patrocinadores – Oí decir a Glimmer. No me gusta cuando interrumpe, pero tiene razón, no nos vendría bien mostrándonos amor en la arena.

Azora y yo nos separamos y tomamos nuestros lugares. Lo bueno era que no estaban todos abajo. Todas las entrevistas duran 3 minutos, así que teníamos que ser breves.

Glimmer fue la primera en salir y el público en cuanto la vio soltó un suspiro. Caesar le preguntó sobre su vida en el Distrito 1, su familia, si estaba preparada para los juegos y que opinaba sobre el Capitolio. Al terminar sus 3 minutos sonó una campana indicándolo. Ahí supe que era mi turno, respiré y salí.

-          Marvel, ¿cómo estás? Toma asiento por favor.
-          Muy bien, muchas gracias.
-          Y dime, ¿cómo era tu vida en el Distrito 1?
-          Tranquila, iba a la escuela como todo niño, salía a divertirme con mis amigos, ayudaba a mis padres en su trabajo.
-          ¿Salías con tus amigos? ¿No querrás decir que salías con tu novia?
-          No, no, nunca he tenido una novia.
-          Pero, ¿crees en el amor?
-          Claro que creo en él, mis padres me han demostrado que si existe, y es lo más hermoso. – Cuando dije esto, escuché como varios suspiros salían, y muchos aplausos.
-          Dices que es lo más hermoso, pero no has tenido novia. ¿Será que hay alguien especial?...
-          Si, si lo hay. – Ni siquiera yo había visto eso venir… me sonrojé.
-          Oh, ¿y podemos saber su nombre?
-          Ah… pronto lo sabrán, lo prometo. – Dije riendo.
-          Ya está, lo prometiste. Cuando regreses de la arena tendremos una charla pendiente. – Después Caesar y yo intercambiamos una que otra broma y se acabó mi tiempo.
-          Gracias Marvel, ¡Marvel Homs, Distrito 1!

Al terminar mi entrevista salí por el otro lado del escenario, donde ya me esperaba mi equipo. Ya sé que viene.

-          Con que… ¿alguien especial, eh? – Dijo Finnick Odair. ¿Finnick Odair? ¿Qué hace Finnick Odair justamente aquí? - ¿Es ese alguien especial es mi tributo, Azora? – Entonces… creo que todo mundo supo mucho antes que yo el hecho de que estoy enamorado de Azora. Como no quería ser grosero con él, y prefería evitar mentirme a mí mismo, asentí con una sonrisa en mi rostro.
-          ¡Hasta que lo aceptas, Marvel! – Gruñó mi mentora. – Ustedes dos son el uno para el otro. Todo el mundo lo sabía menos tú.

Eso me hizo reír, pero dijo que todo el mundo menos yo… ¿Eso significa que Azora siente lo mismo que yo? Solo pensar en esto hace que mi corazón se acelere.

Seguían pasando los tributos, no eran entrevistas muy interesantes pero cuando llego la de Azora no pude despegar mi vista.

-          Bienvenida Azora. Te ves preciosa, ¿ya te lo habían dicho?
-          Muchas gracias. Y lamento informarte Caesar que te ganaron, pero gracias – Dijo Azora con una de esas sonrisas que hace que me derrita.
-          Oh, no puede ser. ¿Quién fue? Yo nunca aceptaré que alguien me gane.
-          No puedo decirlo, es un secreto. – Dijo susurrando.
-          ¿Es un secreto? ¿eso quiere decir que fue uno de los tributos, eh? – Le dijo Caesar poniendo una cara pícara. El público soltó un grito de emoción.
-          Ah… ¡qué guapo te ves, Caesar! Tremendas ganas de cambiarte mí vestido por tu atuendo.
-          Oh, Azora… sé que me quieres cambiar el tema, eso no funciona conmigo. Pero gracias por el cumplido, cuando quieras compartimos atuendos. – Le guiñó un ojo y el público estalló en carcajadas. – Bueno, dime, ¿qué opinas del Capitolio?
-          Es muy bello. Y la gente ni hablar.
-          Que adorable, muchas gracias, ya te estás ganando nuestro amor. ¿Y qué se siente tener al guapo Finnick Odair como mentor?
-          Me alegra escuchar eso, y Finnick es una persona maravillosa, el poco tiempo que hemos compartido entre los entrenamientos o almuerzos le he tomado afecto. Tiene todo mi respeto y admiración.
-          Cuéntanos, ¿qué solías hacer en el Distrito 4?
-          Ir a la playa, lo amaba.
-          ¿Te sientes lista para los Juegos?
-          Sí, me siento preparada. No por nada nos llaman profesionales, ¿o sí?
-          Tienes razón. Por último, dinos con sinceridad, ¿hay alguien ocupando tu corazón? – Le preguntó con seriedad Caesar,  yo solo estaba deseando escuchar un: Si.
-          Si.
-          Oh, se acabó el tiempo, muchas gracias Azora, toda la suerte del mundo.
¡Azora Rog, Distrito 4!

Dicho esto, la gente le comenzó a aplaudir, y entendí su enfoque: Chica adorable del Distrito 4. Papel que le queda a la perfección. 

¿Qué sentí cuando su respuesta fue “sí”? Miles de mariposas. Y estoy seguro de que sonreí como estúpido porque todo mi equipo volteó a verme, junto con Finnick y comenzaron a reír, no por burla o broma, si no por felicidad.

Azora apareció en el marco de la entrada, al instante nos miramos y sonreímos. Algo sonrojados y con todas las miradas encima nos abrazamos.  La tuve que soltar aun que no quisiera pero tenía que subir a mi piso y ella esperar a su compañero de distrito.

-          Nos veremos mañana, ¿de acuerdo? Ten mucho cuidado, si quieres luchar en el baño de sangre, hazlo pero cuídate. Formaremos una alianza.
-          Haré lo que venga con el momento. Y tendré mucho cuidado, te lo prometo. Tú también debes cuidarte, promételo.
-          Claro que lo prometo, no las dejaré solas.
-          Muy bien. Hasta mañana Marvel. – Dicho esto me abrazó y besó en la mejilla. Yo la besé en la frente.

Me fui con mi equipo y Azora se quedó con Finnick de nuevo, vi como comenzaban a entablar una charla. Ya me imagino que viene para mí al llegar al piso 1.

Llegamos al piso 1, y nos acomodamos en el living para continuar viendo las entrevistas. Mi sorpresa fue que al instante Finnick, Annie Cresta, y Azora llegaron.

-          Bien, ¿listos? – Dijo Finnick.
-          No le hemos comentado nada a Marvel. – Dijo Gloss.
-          Nosotros un poco a Azora. – Le contestó Finnick.
Annie, Finnick y Azora tomaron asiento frente a nosotros.
-          Azora, Marvel. Ahora que es oficial que ustedes dos sienten algo es hora de hablar. – Comenzó a decir Cashmere. – Escuchen, por su propio bien oculten lo más que puedan ese amor en la arena. A los patrocinadores no les importan los chicos enamorados, lo que ellos quieren es sangre y nada más. Ustedes son tributos profesionales, sabemos que no están exentos a enamorarse ya que tienen sentimientos como todos nosotros, pero todos esperan lo de siempre de ustedes, dar un gran show, sangre. Yo sé que ustedes están conscientes de eso, pero queremos dejarlo claro.
-          Eso no quiere decir que tengan que estar separados. Tienen suerte de ser de distritos fuertes y poder formar una alianza. Pueden comportarse como amigos, acompañantes, un equipo, pero sin pasarse de los límites. – Dijo Finnick.

Iba a dar mi respuesta cuando escuchamos un << ¡Distrito 12! >> proveniente de la pantalla. Todos concentramos nuestra mirada ahí.  Era la chica del 12 con un vestido rojo simulando llamas. Claro, “la chica en llamas”. Su entrevista no fue nada entretenida, y la encontraba algo sosa. Pero sigue siendo peligrosa. Terminaron sus 3 minutos y entro el chico de su distrito, alguien muy diferente a ella.

Su entrevista era más energética, y hacía reír a los espectadores. Muy inteligente. Se llegó a un punto de la entrevista donde Caesar le preguntó al chico sobre alguna enamorada. El negó tenerla pero al final le sacaron la sopa.

-          ¿Un chico guapo como tú? Tiene que haber una chica especial. Venga, ¿cómo se llama?
-          Bueno, hay una chica – responde él, suspirando-. Llevo enamorado de ella desde que tengo uso de razón, pero estoy bastante seguro de que ella no sabía nada de mí hasta la cosecha.

La multitud expresa su simpatía: comprenden lo que es un amor no correspondido.

-          ¿Tiene a otro?
-          No lo sé, aunque les gusta a muchos chicos.
-          Entonces te diré lo que tienes que hacer: gana y vuelve a casa. Así no podrá rechazarte, ¿eh? – Lo trató de animar el buen Caesar.
-          Creo que no funcionaría. Ganar… no ayudará, en mi caso.
-          ¿Por qué no? – Preguntó Caesar, perplejo como todos nosotros. No puede ser lo que yo imagino.
-          Porque… -empezó a balbucear Mellark, ruborizándose-. Porque… ella está aquí conmigo.

No había caído en la cuenta de su respuesta hasta que vi a todo mi equipo y al equipo de Azora con caras sorprendidas, y dejando escapar algún suspiro de angustia. No por ellos, sino por nosotros.

-          Vaya, eso sí que es mala suerte. – Dijo Caesar, y claro que la es. Mírame a mí. Enamorado de la chica del distrito pesquero, y ella de mí. No podemos hacer nada más que fingir que somos aliados. Permaneciendo callados. Callando nuestro trágico amor.
-          No es bueno, no – Coindice Mellark.
-          En fin, nadie puede culparte por ello, es difícil no enamorarse de esa jovencita. ¿Ella no lo sabía?
-          Hasta ahora, no.

Caesar ofreció sacar a Everdeen de nuevo para recibir una “respuesta” más reglas son reglas y su tiempo había terminado. Se despidieron y le dijo que todo Panem lo tenía en el corazón.

El rugido de la multitud fue ensordecedor, y Mellark, tributo del 12 nos había borrado a todos del mapa con su “confesión de amor”.

No era justo. Para nada justo. Él confesó su amor por ella, ¿y nosotros? No nos lo permitieron.

-          No es justo.
-          Marvel… - me dijo Cashmere.
-          Cashmere, no me importan los patrocinadores. ¿Acabas de ver eso? Él confesó su amor por ella, cosa que yo no pude hacer, y te aseguro que en este momento tienen una cola de ellos – Le contesté algo alterado.
-          Marvel, calma – Me dijo con un tono de voz tranquilo Azora. Dirigí mi mirada a ella, y estaba algo sorprendida por lo que acaba de escuchar. Sé que piensa lo mismo que yo. Después dirigí mi mirada a Glimmer y estaba pensando demasiado, tenía su mirada ida- ¿Por favor?

No pude hacer nada bajo eso, bajé mi mirada y comencé a respirar lentamente para tratar de calmarme.

-          Escúchame Marvel, no me importa si no confesaste tú… amor por mí de esa manera frente a todos ellos. Y tampoco me importa si yo no lo hice. Ya que solo me importa que tú lo sepas. Tú eres a quien yo quiero, y estoy más que satisfecha con saber que tú estás consciente de ello. No el público, Caesar, el Capitolio, o Panem. Ellos no me importan. Me importas tú.

Y ahí fue cuando caí en la cuenta de que ella era todo lo que quería y necesitaba. Me sentí estúpido por haberme quejado anteriormente, ya que ella tiene razón.

-          Lo siento, tienes razón…
-          Claro que la tengo. – Dijo riendo un poco. Me acerqué a ella y nos abrazamos por un momento.
-          Los trágicos amantes…  - Escuché decir de forma baja a Glimmer.

-          Provenientes del Distrito 1, y Distrito 4. – Completó Cashmere en tono de tristeza. La comprendo, yo tampoco estoy del todo contento con esto.