lunes, 30 de abril de 2012

8






Y la pesadilla llegó una vez más. Si. Hoy es el día de mi penúltima Cosecha.

¿Estoy listo? Supongo. Nunca se sabe que pasará.

Me levanté de la cómoda cama para dirigirme hacia el baño y darme una ducha. Fue una larga ducha con agua tibia. Me afeité, y lavé mis dientes.

Al salir del baño me vestí con unos pantalones color carmín, una camiseta de vestir color blanco de mangas largas, y unos zapatos negros. Me peiné y puse loción. Esta vez no olvidé el brazalete de mi cumpleaños número 12, y claro, la pulsera de Azora, me da buena suerte.

Bajé a desayunar y ahí ya estaban todos reunidos.

   -          Marvel, hoy te ves muy guapo. – Me dijo mi madre con una sonrisa y pude notar que llevaba puesto su brazalete.
   -          Muchas gracias, mamá.
   -          Vamos, siéntate, he preparado tu desayuno favorito.

Entusiasmado tomé asiento justo al lado de mi hermana, que se veía muy bien con su vestido color azul liso, y su cola alta.

   -          Muy bien, 4 para ti Marvel, y 2 para ti Phoeb. Pero niños, tengan cuidado de no mancharse por favor.
   -          Mamá, por favor, ya no somos unos niños. ¿Podrías por favor al menos tratarnos cómo los adultos jóvenes que somos por hoy? – Dije esto con un pedazo recién cortado de mi desayuno en el tenedor que estaba a unos milímetros de mi boca, y cuando de repente está a punto de caer sobre mi ropa y ensuciarla, veo la mano de mi madre con una servilleta para evitarlo.
   -      Claro, adulto joven que todavía no aprende a comer adecuadamente. – Y pone la servilleta justo en frente de mí para tomar el pedazo y metérmelo a la boca.
   -       Aw, Marvie. Como te quiero.

Terminamos con nuestro desayuno y hablamos animadamente entre los cuatro. Tratamos de disfrutar cada segundo juntos. ¿Quién sabe? Tal vez podría ser la última vez que estamos juntos.


Tras esto, nos dirigimos a la ya conocida plaza donde ponen el escenario frente el Edificio de Justicia.
Me despedí de mis padres y mi hermana con un beso en la mejilla y un abrazo, mi hermana y yo nos deseamos buena suerte y nos acomodamos en nuestros lugares. Ella con las mujeres de 18 años, y yo con los hombres de 17 años.

El proceso fue el mismo. El momento en el cual el reloj da las 2 p.m. el alcalde toma lugar en el podio y empieza a leer. Es la misma historia de todos los años, la cual ya me aprendí de memoria. En ella habla de la creación de Panem, el país que se levantó de las cenizas de un lugar antes llamado Norteamérica. Comienza a enumerar los desastres, sequías, tormentas, incendios, mares que subieron y tragaron gran parte de la tierra, y de brutales guerras, que llevaron a Panem. Con un Capitolio rodeado por trece distritos, que llevó a la paz y la prosperidad a sus ciudadanos. Entonces llegaron los Días Oscuros, la rebelión de los distritos contra el Capitolio. Donde derrotaron a 12 de ellos y aniquilaron al decimotercero. Se creó el Tratado de la Traición, y eso nos dio Los Juegos del Hambre, que ya se sabe de más en qué consisten.

   -          Es el momento de arrepentirse, y también de dar gracias – recita el alcalde.

Después de esto, lee la lista de los habitantes del Distrito 1 que han ganado en anteriores ediciones de Los Juegos del Hambre que han sido muchos. A continuación el alcalde se retira del podio y veo como una mujer con ropa extravagante pero que este año es color amarilla, pelo plateado, llena de piedras preciosas, y muy, muy alegre se apodera del podio. Claro, la famosísima y  ya casi vieja: Violetta Mers.

   -          Distrito 1, mi distrito favorito. ¡Felices Juegos del Hambre! ¡Y que la suerte esté siempre de su parte!  - Dijo con el conocido acento del Capitolio.

Después de esto, hizo lo habitual. Habló de que somos su distrito favorito, que es un honor estar aquí y de lo mucho que le gustan los juegos. Al terminar su parloteo, se acercó a la urna redonda de cristal asignado para las mujeres y sacó una de las tantas papeletas.

   -          Bien, ¡esto es muy emocionante!, la afortunada es… ¡Glimmer Lev!

Esperen. ¿Qué? No puede ser. Glimmer. ¿Mi mejor amiga? ¿Ahora me la arrebatan a ella?    
La veo abrirse paso entre la multitud, ella siempre ha sabido controlarlos, va con su vestido rosa debajo de las rodillas y su pelo agarrado, va subiendo al escenario, se ve demasiado calmada. Claro, debe de estarlo, es una profesional. Vamos Marvel, cálmate, respira.

   -          ¿Hay algún voluntario?...  – Dijo Violetta. - Al parecer no. Ahora bien, vamos con los muchachos – Dijo esto y se acercó a la urna redonda de cristal de los hombres llena de papeletas. – Y el gran afortunado es… ¡Marvel Homs!

Escuché que la gente lanzó un gran suspiro no sé si de terror o de pena. ¿Por qué lo habrán hecho? ¿Qué dijo Violetta?... ¿Marvel Homs? Me suena conocido. Esperen… Oh, mierda. Soy yo. ¿Tengo que pelear contra Glimmer a muerte? No puede ser posible. No puedo… Vamos Marvel tranquilo. Respira. No te rompas. Camina despacio y con seguridad. Eres un profesional, recuérdalo y métetelo a la cabeza. Eres un profesional.

Caminé tranquilo y con la cabeza en alto hasta el escenario. Vi la cara de Glimmer, estaba seria. Demasiado seria. Pero vi en sus ojos que estaba asustada.

   -          ¿Voluntarios? – Nada me podrá sacar de esta.- ¡Parece que tenemos muy buenos tributos este año, Distrito 1! – Dijo Violetta demasiado emocionada. Me repugna. – Ahora, dense la mano tributos.

Le di la mano a Glimmer, y nos vimos a los ojos, seguía asustada. Y no la culpo, ya que la suerte no estuvo de nuestra parte. Tomamos asiento al lado de nuestros mentores y Violetta para escuchar al alcalde leer el largo y aburrido Tratado de la Traición.

Para finalizar, nuestros dos mentores, Violetta, nosotros dos y el alcalde entramos al Edificio de Justicia. Ahora ya sé la respuesta a mi duda de años. ¿Qué se sentiente ser tributo? La respuesta ya la conozco. No me hubiese importado ser tributo en algún otro año, habría matado sin importar quien fuera la persona, pero yo no puedo matar a Glimmer. Nada más vean las sorpresas que nos da la vida.
Ahora nos dejaron en unos cuartos por separado para que nuestros seres queridos se despidan de nosotros. Marvel, eres un profesional, no te rompas.


Las primeras personas que vi entrar, como era de esperarse, era mi familia.

   -          Tienen 5 minutos. – Nos recordó un agente de la paz.
   -         Oh, Marvel… - Dijo mi madre que ya estaba llorando.
   -          No, mamá, por favor no llores, todo estará bien, ya lo verás.
   -          Pero, Marvie… prométeme que regresarás.
   -         Lo prometo mamá. Soy un profesional. Verás que regresaré. Seré tu campeón. Te haré sentir orgullosa.
   -          No, Marvel… Yo ya estoy orgullosa de ti.
   -          Eso me hace sentir mejor, muchas gracias. – Le dije para darle un rápido abrazo.
   -          Cuídate por favor, y cuida a Glimmer. – Me dijo mi hermana que tenía los ojos cristalinos.
   -          Lo haré. Daré lo mejor de mí. Cuida a mamá y a papá. Sé que puedes hacerlo.
   -          Claro.
   -          Escuchen, no importa que vean en la televisión, no dejen que les afecte. Estaré bien. Me cuidaré y daré lo mejor de mí. Las cosas pasan por algo. Los amo y siempre lo haré, no lo olviden.  Son lo mejor. Regresaré.


Los abracé. Después llegó el agente de la paz diciendo que se habían terminado los 5 minutos. Así que salieron. Y cumpliré lo que dije. Regresaré. Sea vivo o muerto, regresaré.

domingo, 29 de abril de 2012

7


  






   -          ¡Marvel! ¿Ya estás listo? – Me preguntó mi hermana desde el pasillo.
   -          Ya voy.
   -          Vamos galán, sé que te quieres ver bien por si ves a alguien en la cena, pero es suficiente. Date prisa, ya hay que irnos, tenemos reservación. Mamá y papá ya están abajo.
   -          Ya voy, ya voy. – Tras decir esto, Phoeb bajó protestando. Me di una pasada con el cepillo para acomodar mi cabello, me puse un poco de loción, y mi corbata.

Iba saliendo de la habitación cuando recordé que olvidaba algo… Claro, la pulsera. Volví por ella y la volví a amarrar a mi muñeca.

   -         Vaya, hasta que te dignas a bajar Marvel. – Me bufó mi hermana.
   -          Ya. Sé que te morías por verme, pero aunque sea finge un poco que después mamá y papá comenzarán a sospechar cosas sucias de ti.
   -          Ja-ja-ja, tonto. – Con esto me dio un leve golpe en el hombro, y mamá y papá comenzaron a reír. 

     Realmente gustan los momentos como estos.

   -          Ya, niños, compórtense, viene un tax por nosotros
.
Subimos al tax y papá le dio el nombre del restaurante al cual nos tenía que llevar. Un tax es un transporte público pero con límite de personas, caben máximo 5. Los Taxs solo están en el Capitolio, Distrito 1, Distrito 2, y Distrito 6.
Bajamos de él y entramos al elegante restaurante. Era glamur por doquier. Cosa que mi madre y Phoeb amaban.


   -          Buenas noches, sean bienvenidos. Su nombre, por favor. – Nos recibió un hombre con ropa colorida.
   -          Jonn Homs. – El hombre revisó tableta electrónica, obviamente fabricada en el Distrito 3.
   -          Claro, síganme por favor. – Tomó 4 menús y nos guió a una tranquila área del exclusivo restaurante. -Aquí tienen sus menús, cuando se sientan preparados para ordenar vendrá alguien a atenderlos, muy buen provecho.
   -          Muy bien, y ¿qué platillo les provoca agua en la boca, muchachos? – Dijo papá.
   -          No lo sé, tal vez el número 5. Cordero suena bien, eh.
   -        Yo quiero el número 3. – Dije yo, que consistía en un delicioso y gordo filete de pescado, con pasta adentro y salsa sobre él.
   -          Yo quiero el 7, cariño.
   -          Muy bien, yo pediré el 5 al igual que Phoeb.

Y así, papá ordenó nuestra cena y bebidas. Nos la queríamos pasar en grande y olvidar por un momento que mañana es el día de la cosecha.

En cierto punto de la velada, papá llamó nuestra atención diciendo que quería hacernos saber algo. Nosotros guardamos silencio.

   -          Madee. Quiero que sepas que eres el amor de mi vida, siempre lo has sido y siempre lo serás. Estamos hechos el uno para el otro, y te quiero agradecer por estos 24 años de matrimonio, y por nuestros hijos, que son maravillosos seres humanos. Es hermoso despertar a tu lado, sabiendo que eres mía y yo soy tuyo, que siempre compartiremos nuestras vidas. Es hermoso saber que tenemos unos hijos tan hermosos. Siempre que veo tus ojos y tu sonrisa, es como la primera vez que te vi, sigo cayendo en ellos. Eres mi compañera, mi mejor amiga, mi pareja, mi esposa. Mi amor. Te amo.

Y es por esto que sé que el amor verdadero existe. Mis padres son el vivo ejemplo de ello. Se aman como si no hubiese un mañana y siempre están agradecidos de tenerse al lado. Es por ellos que sé que hay alguien para mí que me amará y yo amaré así como ellos se aman, incluso puede que más. Dirigí mí mirada a mi madre y tenía los ojos cristalinos, estaba a punto de llorar de felicidad. Ahora veo a mi hermana, que tiene una sonrisa de oreja a oreja y también quiere llorar.

   -          Madee. Sé que regalos como estos no son de mucha importancia, pero quise comprarte esto. – Con eso sacó de su saco una caja aterciopelada color rojo, la abrió y en ella había un hermoso brazalete con pequeños zafiros azules incrustados en él. Era hermoso. Cuando pensamos que era todo, estábamos muy equivocados, ya que papá mostró la otra sorpresa. Al reverso del brazalete estaban nuestros nombres escritos. Ahí fue cuando mamá dejó sus lágrimas salir. – Sé que no es la gran cosa, pero me gustó mucho.
   -          Oh, Jonn. – Dijo mamá, para después pararse de su asiento y darle un beso a papá. - Claro que es la gran cosa. Tu eres la gran cosa. ¿Puedo usarlo ya? – Dijo emocionada mamá.
   -        Claro que si, cariño. – Con esto, papá le colocó el brazalete a mi madre. Ella estaba tan feliz por su regalo. No por las piedras preciosas. No. Si no por el detalle que tuvo mi padre.
   -          Te amo tanto Jonn. Los amo tanto niños.
   -          Y yo a ustedes. Mi familia. Los amo demasiado y haría todo por ustedes. Son mi todo. Los amo.

Con esto todos nos dimos un abrazo y salimos del restaurante.



Yo también quiero un amor genuino.

viernes, 27 de abril de 2012

6







    -          Marvel, la última vez que nos vimos quedamos en que te controlarías y no pelearías por esa pulsera.
    -          Mamá, por favor entiende que esta pulsera es muy importante para mí. Es una promesa.
    -         Hijo, lo entiendo, pero esa pulsera solo te trae problemas… - Me quedé callado, ya no la quería escuchar, después de esto me dará un sermón sobre que Azora tal vez murió. Bajé mi mirada, ya no la quería escuchar.
    -          Ya no...
    -          Marvel… Marvel… veme a los ojos. – Me dijo calmada. No hice caso, así que ella me tomó por la barbilla y levantó mi cara haciendo que nuestros ojos chocaran. – Marvel, tienes que dejarlo ir, eso pasó ya hace muchos años.
    -       Sólo han pasado 5 años. – Le reproché como niño pequeño y aparté mi vista de ella.
    -          Es mucho tiempo, déjala ir, tal vez ella murió en el bosque al regresar al Distrito 4.
    -          No mamá, yo sé que Azora vive todavía, la he visto en mis sueños. No hablo con ella en ellos, pero la veo sentada en la orilla de la playa.
    -          Marvel por favor, para ya. Ya no la verás nunca jamás. Estás en el Distrito 1, ella tal vez en el 4, ¿cómo harías para verla?...
    -          No lo sé, por eso le prometí buscar maneras, al igual que ella a mí. Tal vez si viajo al Distrito 4 alguien la conozca y…
    -          No. No puedes viajar al 4, ¿cómo lo harías? No contamos con todos los recursos para que lo hagas. Además, eras sólo un niño, tu no la has olvidado porque eres una persona con un corazón enorme, pero, ¿y ella? Tal vez ya te olvidó.
    -          No, yo sé que ella me recuerda, ella nunca me olvidaría, le di mi listón rojo. Lo prometimos.
    -         Me rindo. A ti nadie te hace entrar en razón. – Me dijo mi querida madre para después soltar un leve suspiro. – La próxima vez le diré a tu padre que hable contigo, ahora vayamos a almorzar. – Dicho esto, nos levantamos de los sillones de la pequeña sala que tenemos cerca del comedor.



Y si, tal vez si me he metido en muchos problemas por la pulsera de Azora, pero los que me habían molestado se lo habían buscado.
En más de una ocasión me había encontrado en una que otra pelea por esta pulsera, ya todos sabían que era muy importante para mí.  

También en más de una ocasión me habían llamado idiota por rechazar a las chicas que se me insinuaban, pero no era mi culpa que todas ellas no fueran de mi interés.


Solo hubo una que si me interesó un poco.
Su nombre era Lana. Una pelirroja de ojos verdes.
Era una de las amigas de Glimmer.
Si, Glimmer, la niña a la cual yo molestaba arrojándole bolitas de papel a su cabello rubio durante clases, después de la pelea que tuve con Aran estuve en un equipo con ella, para un proyecto de matemáticas, comenzamos a hablar y se convirtió en una amiga, o confidente. Ella y Deen son mis únicos amigos.


Regresando a Lana, la conocí hace dos años, yo solo iba a molestar un poco a mí rubia amiga cuando la vi, sus ojos me atraparon. Glimmer nos presentó y a partir de ahí comenzamos a juntarnos más, era una persona muy interesante y buena. Todo iba bien hasta que el día de la cosecha para los Septuagésimo Segundos Juegos  del Hambre, ella fue elegida.

Tenía la esperanza de que regresara, pero no, en la alianza que hizo con los otros tributos profesionales algo salió mal, lo que provocó ser asesinada por su propia alianza.
No me dolió tanto como pensé que me dolería, lo cual me hizo sentir culpable, pero ya no podía hacer nada.


Al principio Glimmer pensaba que estaba demasiado dolido por la muerte de Lana, y que esa era la razón por la cual rechazaba a todas las chicas que se me insinuaban, pero estaba equivocada, y después lo notó.


Deen y Glimmer en algunas ocasiones se ponen en el mismo plan que mis padres, y me dicen que olvide a Azora. Que lo que habíamos prometido era volver a vernos, no rechazar a cualquier persona que nos podría hacer feliz. Pero no lo comprendían. No era eso.


Ni siquiera yo sabía que era.


Después de estar un rato parado a fuera del comedor, decidí entrar.


    -          Hasta que decides entrar, hombre. – Me gruñó mi padre.
    -          Si… perdón por haber tardado, es solo que me quedé pensando y recordando…
    -          Ah, ¿recordando? – Me dijo mi hermana con un tono burlesco.
    -          Sí, pero son cosas que no son de tu incumbencia.
    -          Si es que te has besado con la rubia buenaza de tu amiga, pues no, no me importa.
    -          Más cuidado con lo que dices, Phoep. Glimmer es mi amiga, y hasta ahí, y para tu información no me    ando besando por ahí con cualquiera, no como tú haces.
    -          Pues…
    -          Ya niños, cálmense. – Dijo mi padre un poco divertido con la conversación. No sé porque siguen con la idea de que Glimmer y yo nos traemos algo. No. Solo somos amigos.
    -          Como sea… - respondí. Ya no quería que volvieran a tocar ese tema.

Después de esa platica, se dio un giro, y comenzamos a hablar sobre la Academia, sobre cómo nos iba y como nos sentíamos ahí.

Era una linda tarde de viernes, para ser honestos.
Si, viernes. Ahora en la Academia el viernes anterior a la cosecha nos dan el resto del día libre, para pasarlo con la familia.
Ahí respondo otra pregunta sin hacer. Mañana es mi penúltima cosecha. Y la última de mi hermana Phoeb.


Después del almuerzo, fui a mi habitación, me tengo que duchar, ya que saldremos a cenar por el aniversario número 24 de mis padres. Siempre he soñado con tener una relación y una familia así como la de ellos, tan hermosa y pura. Siempre dicen que hay alguien destinado para ti.



Sé que hay alguien para mí.

























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Hola, quiero agradecer a las pocas personas que se toman el tiempo de leer mi versión de la posible historia de Marvel. Quiero agradecer sus comentarios, y ahora ya sé que soy una escritora sin futuro, jajaja. Como sea, gracias por tomarse su tiempo y por cierto, muchas gracias Yanan por haberme recomendado en su fic<3. Las arr :{)

- Joynter

miércoles, 25 de abril de 2012

5







-          Damas y caballeros, me llena de orgullo presentarles al vencedor de los Sexagésimo Novenos  Juegos del Hambre: ¡Nate Fael! ¡Tributo del Distrito 6!


Y así fue como Rita y Jadd, profesionales del Distrito 1 perdieron contra el Tributo del Distrito 6. Rita fue asesinada por el tributo hombre del Distrito 9 cuando ella fue en busca de un poco de agua, Jadd asesinó al tributo del 9. Con esto, quedaban solo Jadd y Nate. Jadd aunque quisiera ocultarlo, se notaba que estaba dolido por la muerte de Rita, y si le agregamos que tenía principios de deshidratación, lo hicieron un tributo vulnerable, con estos factores a su favor, Nate fue más inteligente y ágil. Jadd murió por varios golpes en la nuca con un ladrillo. Así Nate fue coronado vencedor.

La arena si fue diferente a las otras. La Arena de este año fue un desierto ardiendo. Muy feo para ser verdad. Con múltiples ataques preparados, como de serpientes que en realidad eran mutos, arenas movedizas, alacranes, pirámides que resultaban ser engañosas, pocas fuentes de agua, horrible.

Cuando vea a la hermana de Jadd le daré el pésame, al igual que a los primos de Rita. Ella era hija única.

Después de que un aerodeslizador recogiese el cuerpo de Jadd, y a Nate, pasarían las mejores partes de los juegos. Tanto como entrevistas a la familia, amigos, conocidos y mentores de Nate, su llegada al Capitolio, el desfile, su entrevista con Caesar Flickerman, tal vez algo de su entrenamiento, su evaluación en el Centro de Entrenamiento, los primeros instantes en la Cornucopia, si luchó o no en el baño de sangre, sus primeras noches, sus luchas, las muertes de algunos tributos, y más. Todo eso hasta que él se recuperara para ser entrevistado en el Capitolio por Caesar Flickerman.

Era una locura. Todo era una locura. Todos querían saber como hizo para sobrevivir ahí.
Ya era todo un escándalo en el Capitolio, y en el Distrito 6.

Sin embargo aquí, estábamos esperando por la llegada de los cuerpos de Rita y Jadd para darles el último adiós. A pesar de que no todos seamos tan cercanos, es común que aquí te despidas de los tributos que murieron en los Juegos. No todos los agentes de la paz están de acuerdo, pero nos dejan en paz.

Pero supongo que por esta ocasión no harán nada por tratarse de Rita, la hija de uno de sus compañeros, y Jadd, hijo de un doctor.




Estaba en la cafetería de la Academia, donde normalmente nos tenemos que reunir parar ver los juegos. Hacía calor, por lo cual la mayoría estaba usando ropa ligera.

Estaba muy tranquilo estudiando para el examen de mañana, cuando veo que Aran se acerca a mí, él constantemente está tratando de meter a todos en problemas, así que ya me imagino que quiere.

-          Hola, Marvie. ¿Qué haces?
-          Estudiando…
-          Eres un ñoño, ¿cierto?
-          No, pero si gustas decirme así, como quieras.
-          Oye, ¿quién es… Azora? – Dijo mientras veía mi muñeca izquierda, que es donde llevo la pulsera de Azora.
-          Alguien.
-          ¿Es tu novia? – Dijo burlesco. – Pero novia imaginaria.
-          Déjame ya.
-          Nunca he escuchado de alguna Azora por aquí, además de que es un nombre demasiado raro para ser del Distrito 1. ¿Acaso es inventada por que nadie te quiere, Marvie?

Decidí ignorarlo, pero a él nadie lo ignora. En un arranque de coraje por haberlo ignorado, me arranca la pulsera.

-          Oh, tengo tu afeminada pulsera, ¿qué harás? – Dijo retándome.
-          Dámela ya, Aran.
-          ¿O si no qué?... Oye, Marvie, ¿qué pasa si… corto esta pulsera? ¿a tu novia imaginaria le molestara?
-          Suficiente. – Dicho esto, me tiré sobre él, sabía que tendría muchos problemas pero, es el símbolo de mi promesa, y no la quiero romper.
-          ¡NIÑOS, ES SUFICIENTE! – Gritó la entrenadora detrás de nosotros. – Vengan conmigo.

Ya imagino que viene como sanción.



-          ¿Me la das ya? – Le dije a Aran. Él ya fastidiado me la dio.
-          ¿Por esa mugre pulsera pelearon? No puede ser posible, ¡una hora corriendo, ya!


Me puse la pulsera lo más rápido posible y con un buen nudo para que esta no cayera, y así comencé mi hora corriendo. Llamarán a mis padres por esto, porque está prohibido pelear entre compañeros, pero esto valía la pena, tal vez… ellos comprenderán.

domingo, 22 de abril de 2012

4





La plaza se va llenando, tanto que mucha gente se tiene que quedar en la calle y observar por las pantallas que han puesto.

Me dedico a ver el escenario provisional que construyeron delante del Edificio de Justicia. Ahí hay 4 sillas, un podio y dos grandes urnas redondas de cristal.

Conforme pasa el tiempo, el alcalde sube al podio y empieza a leer. Es la misma historia de todos los años, o eso me han dicho los mayores. En ella habla de la creación de Panem, el país que se levantó de las cenizas de un lugar antes llamado Norteamérica. Comienza a enumerar los desastres, sequías, tormentas, incendios, mares que subieron y tragaron gran parte de la tierra, y de brutales guerras, que llevaron a Panem. Con un Capitolio rodeado por trece distritos, que llevó a la paz y la prosperidad a sus ciudadanos. Entonces llegaron los Días Oscuros, la rebelión de los distritos contra el Capitolio. Donde derrotaron a 12 de ellos y aniquilaron al decimotercero. Se creó el Tratado de la Traición, y eso nos dio Los Juegos del Hambre, que ya se sabe de más en qué consisten.

-          Es el momento de arrepentirse, y también de dar gracias – recita el alcalde.

Después de esto, lee la lista de los habitantes del Distrito 1 que han ganado en anteriores ediciones de Los Juegos del Hambre que han sido muchos. A continuación el alcalde se retira del podio y veo como una mujer con ropa extravagante color rosa, pelo dorado, llena de diamantes, y muy, muy alegre se apodera del podio. Claro, la famosísima Violetta Mers.

-          Distrito 1, mi distrito favorito. ¡Felices Juegos del Hambre! ¡Y que la suerte esté siempre de su parte!  - Dijo con el conocido acento del Capitolio.

Después de esto, hizo lo habitual. Habló de que somos su distrito favorito, que es un honor estar aquí y de lo mucho que le gustan los juegos. Al terminar su parloteo, se acercó a la urna redonda de cristal asignado para las mujeres y sacó una de las tantas papeletas.
-          Bien, ¡esto es muy emocionante!, la afortunada es… ¡Rita Gales!

Rita. Es una chica de 15 años un poco bajita, cabello rubio y ojos azules, hija de un agente de la paz, la he visto una que otra vez en los entrenamientos de mayores. Es muy buena con los cuchillos.

-          ¿Hay algún voluntario?... Al parecer no. Ahora bien, vamos con los muchachos – Dijo esto y se acercó a la urna redonda de cristal de los hombres. – Y el gran afortunado es… ¡Jadd Syn!

Jadd. Chico de 17 años. Es el hermano mayor de una de mis compañeras de clase, es todo un profesional. Es pelirrojo de ojos azules, musculoso y muy alto.

-          ¿Voluntarios? – Nada… - ¡Parece que tenemos muy buenos tributos este año, Distrito 1! – Dijo Violetta muy emocionada. Me repugna. – Ahora, dense la mano tributos.


Se dieron la mano para después sentarse y escuchar al alcalde leer el largo y aburrido Tratado de la Traición. Para finalizar, los dos tributos, dos mentores, Violetta y el alcalde entraron al Edificio de Justicia y nos dejaron irnos a los demás. Ahora Jadd y Rita tendrán que despedirse de sus seres más queridos para después tomar un tren al Capitolio. Serán los primeros en llegar. Los demás nos fuimos, busqué a mi padre con la vista y lo encontré, me despedí de Deen y le dije que nos veríamos el lunes, el hizo lo mismo y corrí hacia mi padre. Después de la cosecha nos dan el fin de semana libre.

Llegamos a casa y cenamos. Les quería contar sobre Azora pero creo que es muy pronto.
Al terminar la cena ayudé a mamá con los platos sucios y a lavarlos, teníamos que hacerlo rápido, ya que teníamos que ver la reseña de las cosechas. Es obligatorio verlo.

Regresamos al comedor y mamá encendió la pequeña televisión que tenemos. Ahí estaban, los legendarios Caesar Flickerman y Claudius Templesmith comentando sobre los juegos de este año, que serían muy interesantes.
Vimos las cosechas de una en una. Todas fueron tranquilas y no hubo nada fuera de lo normal. En unos días comenzarían los juegos, y muchos rumores dicen que será una arena diferente a las demás, ya veremos.
Mientras tanto, yo ya estaba cansado, así que decidí irme a la cama. Ya no quería saber nada más de los Juegos del Hambre por el momento.

Estaba a punto de quedarme dormido cuando su cara vino a mi mente. Si, Azora. ¿Cómo estará? ¿Seguirá aquí? ¿Ya tomó su camino de regreso al Distrito 4? No lo sé. Espero que sí.

Sin embargo, hay algo respecto a Azora que si sé.
Le hice una promesa, y la cumpliré sin importar lo que tenga que hacer.                                           
Son promesas de niños, pero eso no le quita importancia.                                                   




Promesas son promesas, y estas se tienen que cumplir.

martes, 17 de abril de 2012

3





12.

Ya tengo 12 años. Eso significa que mi primera cosecha se acerca.
¿Qué sí estoy nervioso? Sí, como cualquier niño de 12 años estaría.

Celebré mi cumpleaños en casa, justamente cayó en domingo, gracias al cielo. Salí de la Academia por la mañana, y como mi familia vive hasta la otra punta del Distrito 1, me tomó algo de tiempo llegar. Llegué a medio día, comí con mi familia, hablamos un rato, me preguntaron por la Academia, como iba, si me sentía cómodo, y sobre la cosecha. Después un rato, decidimos salir a la Plaza y me compraron un caramelo, estaba demasiado feliz.

Al caer la noche, antes de que el autobús de la Academia pasara por mí a casa de mis padres, ellos me obsequiaron un brazalete de oro con Marvel escrito en él, y con dos diminutos diamantes a los lados de mi nombre. Era maravilloso.

Llegó la hora de regresa a la Academia. Un pequeño y simple autobús traído del Capitolio pasó por mí a casa, me despedí de mis padres y mis hermanos. Al momento de hacerlo, les repito lo de siempre: Los quiero.  Y así, subí al autobús.
En el autobús algunos de los niños que habían salido a visitar a sus padres me desearon un feliz un cumpleaños y les agradecí. Al llegar, fui directamente a mi dormitorio, solo quería dormir, mañana seguro sería un día largo.



-          Marvel… Marvel… ¡MARVEL!
-          ¿Sí? …
-          Te has quedado dormido – Me reprochó Deen.
-          ¿Y el problema es?… Es sábado, por Dios Deen.
-          Sí, pero Marvel, hoy es nuestra primera cosecha.
¡LA COSECHA! Tengo que prepararme. Me levanté como rayo, y me metí al baño para ducharme lo más rápido posible, al salir Deen ya había hecho mi cama y había sacado un conjunto para mí.
-          Muchas gracias Deen, te la debo.
-          Ayúdame en el examen de matemáticas y ya me habrás pagado.
-          Si no nos escogen en la cosecha, bien, será un placer ayudarte.

Fuimos al comedor a tomar un rápido desayuno, solo para no llegar con el estómago vacío. Tenía demasiada hambre, más no quería comer por las nauseas que sentía al pensar en la cosecha. Tras uno que otro regaño por parte de Deen, terminé comiendo un pan dulce con leche.

Todavía faltaban 3 horas para la cosecha, pero ya teníamos que estar preparados para ella no sé por qué razón. Tenía muchas ganas de ver a mi familia. Tenía ganas de correr. Salí de la cafetería, comencé a caminar, aun que no tuviese rumbo alguno, de repente noto que he salido de la Academia, comienzo a correr. Continúo corriendo y no sé como haré para regresar, fui bajando mi velocidad cuando noté que ya había entrado al bosque. Genial.  ¿Y ahora para regresar?

Iba a darme la vuelta para buscar un camino de regreso, cuando escuché un sollozo. Me quedé helado. Decidí ir acercándome al leve sonido muy lentamente. Cuando pensé que nunca encontraría al dueño de él, la vi.

Era una niña. Con una tez un poco bronceada, y cabello castaño oscuro. Llevaba un vestido con flores. Estaba sentada, recargada a un troco, tenía sus manos rodeando sus piernas, y ocultaba su cara en ellas. Seguía sollozando. No sabía qué hacer, podría ser peligroso, pero… estaba llorando, y quería que dejara de llorar. Me acerqué un poco y un susurré un: Hey…

Al escuchar mi voz, se asustó, pero cuando me vio por alguna razón se tranquilizó. Tiene unos ojos muy bonitos color verde.


-          ¿Por qué lloras? – Le pregunté, aun manteniendo algo de distancia.
-          Estoy perdida… - Me respondió todavía un poco asustada.
-          No pareces de por aquí.
-          ¿Qué distrito es este?
-          Distrito 1. – Al decirle esto, su cara se puso pálida y comenzó a llorar.
-          No, ¡dime que es una broma!, ¿cómo haré ahora? – Comenzó a decir entre jadeos.
-          ¿A qué distrito perteneces?
-          Distrito 4.
-          ¿Cómo hiciste para llegar aquí? – Pregunté asombrado y me senté a su lado.
-          No lo sé, me alejé demasiado de casa. – Ahora su llanto iba aumentando, me sentía mal por ella.
-          No, ya no llores por favor. – Tomé su mano, y vi una pequeña flor color violeta, la arranqué y la coloqué detrás de su oreja, en su cabello, ella se sorprendió pero no me dijo nada. Sin embargo, se calmó. - No te puedes quedar aquí.
-          Lo sé, pero… tengo miedo y no quiero regresar.
En un impulso, la abracé. Pobrecilla.
-          ¿Por qué no quieres regresar?
-          Problemas en el 4. Agentes de la paz. Huí.
¿Cómo es que alguien tan pequeña huyó y sobrevivió en lo salvaje?

Volteé a verla y le sonreí y de la misma manera, ella me sonrió.
-          Soy Marvel.
-          Azora.
-          No sé cual sea el problema en el 4, pero te aseguro que todo se arreglará. – Con esto metí mi mano a mi bolsillo y sentí algo dentro de él. Era el listón rojo.
-          Eso espero… ¿Marvel?
-          ¿Sí?
-          Gracias.
-          ¿Por qué?
-          Me sentía sola aquí, básicamente lo estaba.
-          No te preocupes. – Le dije para después dedicarle otra sonrisa.
-          ¿Y qué edad tienes?
-          12 años, ¿y tú?
-          11 años.

Y seguí hablando un poco más con Azora, es una buena persona, y ya le estoy agarrando cariño a pesar de que sea muy pronto.

-          Ya es tarde…
-          Solo ha pasado como una hora – Me dijo ella.
-          Sí, pero hoy es el día de la cosecha y huí, tengo que regresar.
-          Oh, está bien… gracias por hacerme compañía – Mientras me iba levantando ella me dedicó una linda sonrisa.
-          Por nada. Espero volver a verte. Tal vez en un futuro, si no somos elegidos como tributos.
-          Si… ¿te molesta si te abrazo? – Me preguntó algo tímida.
-          Claro que no, adelante.
Se levantó y me dio un abrazo. Un muy cálido abrazo. Lo necesitaba.
-          Te extrañaré Marvel, a pesar de que habláramos muy poco, me siento bien contigo.
-          Yo también te extrañaré Azora. Puede que sea tonto, pero olvida lo que dije hace rato, te prometo que nos volveremos a ver, y para sellar esa promesa te doy este listón rojo, es algo simple, pero siempre me ha acompañado, era de mi abuela, lo usaba para amarrar su cabello. – Tras decir esto, amarré el listo rojo a su muñeca, algo suelto para que no se lastimara, pero al mismo tiempo, con un buen nudo como los que aprendí a hacer para que no se cayera.
-          Qué amable de tu parte. De mí, te daré mi pulsera, es hecha por mí, y tiene mi nombre, pero es muy importante para mí, por lo tanto quiero que la tengas. – Y así, como yo hice antes, ella sujetó su pulsera a mi muñeca. – Ahora ambos prometemos que haremos lo posible para volver a vernos, ¿cierto?
-          Cierto.
-          Bien, como dije antes, gracias Marvel. Que la suerte esté siempre de tu parte.
-          Gracias. ¡Nos veremos pronto! – Besé su mejilla y me fui.


No quería dejarla ahí, pero tenía que hacerlo. Yo tenía que ir a la cosecha y ella tiene que regresar al Distrito 4.

¿Qué habrá sucedido en el 4 como para que una niña de 11 años huya? No lo sé, pero espero saberlo pronto.

Me comencé a sentir aliviado cuando reconocí el camino de regreso. Cuando vi a muchas personas supe que la cosecha estaba a punto de comenzar. Corrí hacia la Plaza y ya todos los niños estaban haciendo fila, así que fui con los niños de mi edad y me formé. Vi a Deen y me acerqué a él. Mi corazón estaba latiendo demasiado rápido, y mis manos comenzaban a sudar. Quería llorar, pero no lo haría.




Recordé a Azora. Me deseó buena suerte.

Espero que la suerte esté de mi parte.




















* Éste es el mapa en el que me basé para el orden de los Distritos. 

miércoles, 11 de abril de 2012

2


Después de la rica cena que consistió en una pieza de pollo a la parrilla, puré de papa, sopa fría, y para beber agua de limón, estaba listo para ir a mi dormitorio, estudiar un poco, y dormir. Cosa que realmente necesito.

Entré a mi dormitorio, tomé el pijama que se encontraba debajo de mi almohada y me fui desvistiendo poco a poco, para ponerme mi pijama, después de esto, doblé la ropa que recientemente me había quitado y la doble, para usarla mañana de nuevo, ya que estaba limpia. Me dirigí al escritorio, donde estaba mi libro de “Historia del Distrito 1” , lo abrí en el último capítulo que habíamos visto en clase, y le di un rápido repaso, para mañana, ya que lo más seguro es que nos harán el examen “sorpresa” de todos los jueves.

Ya que mi cansado cerebro recopiló información y la comprendió, miré al reloj, las 9:54 p.m., ya es hora de dormir, mañana tengo que levantarme a las 6:30 a.m.
Cerré el libro, lo dejé en su lugar, y me metí a la cama.






¡Ring!, ¡Ring!, ¡Ring!, ¡Ring!

Es hora de despertar. Con pesadez en los ojos, me levanté de la cama, y me dirigí al baño para lavarme la cara, peinarme un poco y lavarme los dientes.
Al salir del baño, me quité mi pijama, y la doblé. Me puse la ropa que traía ayer,  y metí bajo la almohada el pijama para después hacer la cama. Tomé mi libro de Historia del Distrito 1 y salí de la habitación.

Al salir del edificio ya eran las 7:00 a.m., en 10 minutos comenzaría el desayuno. Caminé hacia la cafetería, cosa que me tomó sólo 5 minutos, entré y ya había algunos estudiantes sentados en las mesas. Me senté hasta que dieran las 7:10 a.m. y poder tomar mi desayuno.

Para matar el aburrimiento de la espera, saqué un listón color rojo que tenía guardado en mi bolsillo y comencé a hacer figuritas con él, era divertido, la verdad.

Cuando por fin eran las 7:10 a.m. sonó un timbre que indicaba que era hora del desayuno. Guardé el pequeño listón rojo en mi bolsillo, tomé el libro y fui por mi bandeja. Tomé un plato con huevos revueltos, un poco de pan dulce, y jugo de naranja. Me senté en una mesa cercana y desayuné tranquilamente.

Al terminar con mi desayuno regresé los platos sucios, agradecí a las cocineras y salí de ahí. Mi primera clase es a las 8:05 a.m. y ya son las 7:45 a.m. Necesito ir por el libro de la primera clase, que es… creo que matemáticas. Me gustan las matemáticas.

Llegué a mi casillero y sí, tengo clase de matemáticas al a primera hora. Tomé el libro, una libreta, mi lápiz, dejé el de Historia del Distrito 1 y me dirigí al salón. Es un salón pequeño con niños y niñas de mi edad, ósea de 11 años.

La clase estuvo muy aburrida, vimos el mismo tema de la semana pasada y está muy fácil, así que para no morir de aburrimiento estuve lanzándole bolitas de papel a la niña rubia que se sienta delante de mí, creo que su nombre es Glimmer o algo así.

Terminaron las 2 horas de matemáticas, y tenía 30 minutos libres. Fui a la cafetería y tomé una bolsita de fruta seca, tenía algo de hambre a pesar de haber desayunado bien.
Fui a mi casillero de nuevo, dejé el libro, y la libreta de matemáticas para tomar el libro de Historia del Distrito 1. Todavía tenía 15 minutos libres, así que mientras recorría los pasillos de la Academia repasaba para el examen sorpresa no tan sorpresa.

Entré al salón, y como dije, teníamos un pequeño examen sorpresa. Genial, con lo bien que había estudiado, ¡era pan comido!
Terminé el examen en 1 hora, y el profesor me dijo que me podía retirar. Que día tan más liviano, me gusta.
Dejé mis cosas en el casillero, y como no tenía ninguna tarea para mañana me fui libre de estrés. Fui a la lavandería por mi uniforme de Entrenamiento para Tributos Profesionales y sin más, me dirigí al dormitorio. 

A la 1:00 p.m. tengo entrenamiento. Descansaré un poco.



Y así fue, hasta que llegó Deen diciendo que ya faltaban 10 minutos para el entrenamiento, me vestí como rayo, y corrí, llegué antes de lo esperado, no por nada nos ponían a correr distancias tan largas.

Cuando llegaron todos los alumnos, la entrenadora Looz habló. 

- Muy bien alumnos, el día de hoy repasaremos como usar las armas, así que en 4 filas, 2 de niñas y 2 de niños, irán pasando de uno en uno, seguirán cada una de mis indicaciones para evitar accidentes, ¿entendido?
- Entendido – Dijimos nosotros.
- Muy bien, primero las damas.

Y así fue, de uno en uno, no era la primera vez que usábamos las armas, de hecho, algunos de nosotros ya teníamos nuestra especialidad, por ejemplo, mi especialidad en armas es la lanza.

Cuchillos.

Son las armas que tenemos a nuestra disposición en este momento. He visto que muchos saben usar cuchillos muy bien, ya sea al cortar o al lanzarlos. Sin embargo, hay otros como yo que no pasan de lo básico, que es como hacer un buen corte, y en donde. No conozco muchas formas para usar un cuchillo, ni conozco los diferentes tipos de cuchillos que existen, para nada.

Espadas, lanzas, flechas, etc. Pasamos por muchas armas, yo ya estaba exhausto.

Ya pasaban de las 4 p.m. cuando la entrenadora Looz nos dejó tomar un breve descanso. Teníamos 30 minutos. Inmediatamente todos corrimos a la cafetería.

La comida de la cafetería no nos defraudó, ya que era pavo con puré de papa, un pedazo de pan, y jugo de manzana.

Al terminar de comer, regresamos con la entrenadora, la cual nos dijo que nos íbamos a enfrentar en combates cuerpo a cuerpo, sólo que sin lastimarnos mucho. No me gustaba mucho la idea, pero no podía hacer nada.

La primera pareja a combate es:    Syn  vs. Larrs

Observé a las dos chicas dirigirse al centro, para saludarse amistosamente y esperar las indicaciones de la entrenadora.



Ahora que lo recuerdo, en unos días será mi cumpleaños número 12.

lunes, 9 de abril de 2012

1



Había estado corriendo por más de 1 hora, estaba muy seguro de eso.  
Ya podía sentir como mis músculos se tensaban y mis piernas comenzaban a tambalearse. Sin embargo, no podía detenerme, por más que mi cuerpo me lo pidiera, si lo hacía, una sanción me llegaría y, siendo sinceros, ya no quiero más problemas en la Academia.


Seguía corriendo, para cuando me encontré con una señal. Esta indicaba que, al fin, ya podía tomar el camino de regreso. Regresé un poco más calmado, para poder normalizar un poco mi ritmo cardíaco.

Estoy muriendo de sed, quise sacar una botella de agua de la pequeña mochila negra que cargaba, pero recordé que no nos dejan llevar con nosotros ningún tipo de medicina o suministro durante los recorridos de prueba.  La mochila solo cuenta con montones de papel y sirve solo de adorno, para no dejar nuestro uniforme incompleto.

En algún momento de mi recorrido pensé en buscar alguna fuente de agua, ya que sentía que en cualquier momento me deshidrataría, pero dejé esa idea al viento, sólo me causaría problemas y me retrasaría en mi llegada a la Academia.

Después de un tiempo, llegué. Para mi sorpresa, fui de los primeros en llegar, y si mis matemáticas no me fallaban, alrededor de unos 32 aspirantes a tributos profesionales estaban descansando un poco, y bebiendo agua. Me acerqué a ellos, en su mayoría, mucho más grandes que yo, tanto en tamaño como en edad.

Tomé una de las tantas botellas de agua que estaban amontonadas en la entrada de la Academia, para después dirigirme a la mesa de registro.  Al llegar, el entrenador me vio, me dedicó una pequeña sonrisa, y me dio mi pase con el número 33. Listo, ahora tenía el resto de la tarde para mí.

Emprendí mi camino hacia los edificios que son destinados para los hombres, entré al edificio 3, subí al elevador y presioné el botón número 7. Séptimo piso.  Al entrar, recorrí la habitación con la vista, y  como era obvio, de mis 3 compañeros de cuarto, no había llegado ninguno todavía.

Dejé la mochila al lado de mi cama, me quité las botas, y la chaqueta. Me fijé en el reloj, y apenas darían las 7:00 p.m.,  solo faltaba 1 hora para la cena. Fui al armario que fue destinado para mí, tomé un pantalón café algo desgastado por el constante uso, una camisa de manga corta color blanco, unos calcetines limpios, unos calzoncillos, y mis “accesorios” de limpieza.

Sí, me ducharía, y con agua bastante fría para que mis músculos se destensaran. Al salir me di cuenta de que así fue, con el agua fría me relajé bastante.

Vi a mis compañeros de cuarto sentados en sus camas, leyendo o simplemente jugando con un cubo de rubik, de esos que si eres afortunado, un gentil ciudadano del Capitolio te regala el día de tu cumpleaños.

Con el cabello todavía húmedo los saludé animadamente, me acerqué a mi amigo Deen y me sacudí tal como hace un perro cuando terminan de bañarlo, provocando que muchas gotas gordas cayeran en su cara y una que otra, en el libro que estaba leyendo.
-       

                    ¡HEEEEEEEY!   - Me gritó para luego dedicarme una mirada asesina. – Me las pagarás.

Yo sólo lo miré divertido, y comencé a reír por lo bajo, fui a mi cama de nuevo, me coloqué mis botas negras, tomé la ropa sucia y la tiré por el tubo que lleva directamente a la lavandería. Miré el reloj de nuevo, las 7:28 p.m., en 32 minutos sería la hora de la cena, ¿qué podría hacer en ese tiempo? Tal vez me vendría bien dar una vuelta por la Academia.

Salí del edificio de nuevo, llegué al corazón de la Academia y me senté en una banca.

No me la he pasado tan mal aquí como pensé que haría al entrar. La Academia es un lugar cómodo, y tiene lo que necesito: comida, agua, ropa, un lugar donde dormir, aquí estudio, y entreno para ser un tributo profesional; solo me faltaba una cosa, y esa cosa es un poco de cariño… cariño que sólo me podían dar en casa.

Casa.

Extraño mi hogar.

A pesar de que aquí me siento a gusto y puedo visitar a mi familia cada domingo, extraño mi hogar en la otra punta del Distrito 1. No es lo mismo levantarte en las mañanas para desayunar, y pasar un día en familia, a levarte para ser preparado para asesinar, y ser enviado a Los Juegos del Hambre.

Al cumplir los 6 años, en el Distrito 1, debes ser enviado a la gran “Academia TP”, donde te comienzan a preparar ser un tributo profesional, ya que, a partir de los 12 años puedes ser elegido en la cosecha. Así, tienes 6 años para entrenarte lo suficiente para ser enviado a Los Juegos del Hambre, espectáculo televisado que el Capitolio organiza para humillar a la población. Cada año, dos representantes de cada distrito son obligados a subsistir en un medio hostil y a luchar a muerte entre si hasta que quede uno superviviente. ¿El premio?... Ganar significa fama y riqueza. Perder significa la muerte segura. Suena encantador, ¿cierto?


Este año será mi primera cosecha, y estoy algo asustado.

Escuché un timbre que me sacó de mis pensamientos, miré al cielo y vi que ya había anochecido, lo que significa, la hora de la cena.


Por fin, muero de hambre.

Promesas







-         No me dejes aquí sola, por favor.

Me pidió en un hilo de voz. La miré a los ojos, de los cuales ya estaban escapando las lágrimas que estaba reteniendo.
-          Quédate conmigo, ¿por favor?

Me volvió a pedir, viéndome a los ojos. No quería que se fuera.

-          Siempre. Siempre estaré contigo. Te lo prometo.

Tomé su mano y la besé. Vi como sus ojos se iban cerrando lentamente, ella trataba de evitarlo, pero sabía que era el final.
-          Te amo.

La escuché decir con lo poco que tenía de voz.

-          Te amo. Nos veremos pronto, lo prometo.






Promesas son promesas. Y estas se cumplen.