Había estado corriendo por más de 1 hora, estaba muy seguro
de eso.
Ya podía sentir como mis
músculos se tensaban y mis piernas comenzaban a tambalearse. Sin embargo, no
podía detenerme, por más que mi cuerpo me lo pidiera, si lo hacía, una sanción
me llegaría y, siendo sinceros, ya no quiero más problemas en la Academia.
Seguía corriendo, para cuando me encontré con una señal.
Esta indicaba que, al fin, ya podía tomar el camino de regreso. Regresé un poco más calmado, para poder
normalizar un poco mi ritmo cardíaco.
Estoy muriendo de sed, quise sacar una botella de agua de la
pequeña mochila negra que cargaba, pero recordé que no nos dejan llevar con
nosotros ningún tipo de medicina o suministro durante los recorridos de
prueba. La mochila solo cuenta con
montones de papel y sirve solo de adorno, para no dejar nuestro uniforme
incompleto.
En algún momento de
mi recorrido pensé en buscar alguna fuente de agua, ya que sentía que en
cualquier momento me deshidrataría, pero dejé esa idea al viento, sólo me
causaría problemas y me retrasaría en mi llegada a la Academia.
Después de un tiempo, llegué. Para mi sorpresa, fui de los
primeros en llegar, y si mis matemáticas no me fallaban, alrededor de unos 32
aspirantes a tributos profesionales estaban descansando un poco, y bebiendo
agua. Me acerqué a ellos, en su mayoría, mucho más grandes que yo, tanto en
tamaño como en edad.
Tomé una de las tantas botellas de agua que estaban
amontonadas en la entrada de la Academia, para después dirigirme a la mesa de
registro. Al llegar, el entrenador me
vio, me dedicó una pequeña sonrisa, y me dio mi pase con el número 33. Listo,
ahora tenía el resto de la tarde para mí.
Emprendí mi camino hacia los edificios que son destinados
para los hombres, entré al edificio 3, subí al elevador y presioné el botón
número 7. Séptimo piso. Al entrar,
recorrí la habitación con la vista, y como
era obvio, de mis 3 compañeros de cuarto, no había llegado ninguno todavía.
Dejé la mochila al lado de mi cama, me quité las botas, y la
chaqueta. Me fijé en el reloj, y apenas darían las 7:00 p.m., solo faltaba 1 hora para la cena. Fui al
armario que fue destinado para mí, tomé un pantalón café algo desgastado por el
constante uso, una camisa de manga corta color blanco, unos calcetines limpios,
unos calzoncillos, y mis “accesorios” de limpieza.
Sí, me ducharía, y
con agua bastante fría para que mis músculos se destensaran. Al salir me di
cuenta de que así fue, con el agua fría me relajé bastante.
Vi a mis compañeros de cuarto sentados en sus camas, leyendo
o simplemente jugando con un cubo de rubik, de esos que si eres afortunado, un
gentil ciudadano del Capitolio te regala el día de tu cumpleaños.
Con el cabello todavía húmedo los saludé animadamente, me
acerqué a mi amigo Deen y me sacudí tal como hace un perro cuando terminan de
bañarlo, provocando que muchas gotas gordas cayeran en su cara y una que otra,
en el libro que estaba leyendo.
-
¡HEEEEEEEY!
- Me gritó para luego dedicarme una mirada asesina. – Me las pagarás.
Yo sólo lo miré divertido, y comencé a reír por lo bajo, fui
a mi cama de nuevo, me coloqué mis botas negras, tomé la ropa sucia y la tiré
por el tubo que lleva directamente a la lavandería. Miré el reloj de nuevo, las
7:28 p.m., en 32 minutos sería la hora de la cena, ¿qué podría hacer en ese
tiempo? Tal vez me vendría bien dar una vuelta por la Academia.
Salí del edificio de nuevo, llegué al corazón de la Academia
y me senté en una banca.
No me la he pasado tan mal aquí como pensé que haría al
entrar. La Academia es un lugar cómodo, y tiene lo que necesito: comida, agua,
ropa, un lugar donde dormir, aquí estudio, y entreno para ser un tributo
profesional; solo me faltaba una cosa, y esa cosa es un poco de cariño… cariño
que sólo me podían dar en casa.
Casa.
Extraño mi hogar.
A pesar de que aquí me siento a gusto y puedo visitar a mi
familia cada domingo, extraño mi hogar en la otra punta del Distrito 1. No es
lo mismo levantarte en las mañanas para desayunar, y pasar un día en familia, a
levarte para ser preparado para asesinar, y ser enviado a Los Juegos del
Hambre.
Al cumplir los 6 años, en el Distrito 1, debes ser enviado a
la gran “Academia TP”, donde te comienzan a preparar ser un tributo profesional,
ya que, a partir de los 12 años puedes ser elegido en la cosecha. Así, tienes 6
años para entrenarte lo suficiente para ser enviado a Los Juegos del Hambre,
espectáculo televisado que el Capitolio organiza para humillar a la población.
Cada año, dos representantes de cada distrito son obligados a subsistir en un
medio hostil y a luchar a muerte entre si hasta que quede uno superviviente.
¿El premio?... Ganar significa fama y riqueza. Perder significa la muerte
segura. Suena encantador, ¿cierto?
Este año será mi primera cosecha, y estoy algo asustado.
Escuché un timbre que me sacó de mis pensamientos, miré al
cielo y vi que ya había anochecido, lo que significa, la hora de la cena.
Por fin, muero de
hambre.
Ya quiero que salga Glimmer, no pongas a Katniss, ya pon la parte de los juegos. Bye ~Angela c:
ResponderEliminarCadillo en la cola...
ResponderEliminarSIKE! e________________e
ResponderEliminarMe gustó mucho el primer capitulo. Yo quiero saber el POV de Marvel y así :) ajjksdhjkashdkjlasn
I love you, doña Toribia♥