miércoles, 8 de enero de 2014

18





Era hora de comenzar la cacería en el bosque. Ya era de noche y comenzaba a hacer frío.
Cato nos dijo cual era nuestra tarea, a lo cual yo simplemente lo ignoré porque honestamente no me interesaba mucho. Mi único plan era cuidar de Azora y Glimmer.


Cada uno de nosotros tomó una mochila con provisiones, sus armas y una antorcha, ya que la luz de la luna no era suficiente en medio del bosque.


Nos adentramos a este, permaneciendo siempre juntos.


Pasaron horas desde que estamos dando vueltas por el bosque, sin mucha acción, cuando vimos un evidente fuego a unos cuantos metros.

Que estúpida tiene que ser esa persona como para hacer una fogata en medio del matadero.

Escucho como Cato y Clove se emocionan, ya necesitaban de esto.


Glimmer y yo fingimos emoción, Azora está demasiado exhausta para eso. Y Peeta se mantiene al margen.


Caminamos más con sigilo, no queríamos que escapara. Cuando llegamos notamos que era una chica y se había quedado dormida, pobrecilla.

Me recargo en un árbol mostrando desinterés y dejo que Clove se encargue de ella.
Esta toma a la chica de la camiseta:

-          Buenos días. –  Susurró Clove con una sonrisa cínica en su cara.

La chica comienza a llorar y suplicar que no lo hagamos, no puedo evitar reír porque por más que suplique, no le perdonaremos la vida, estamos luchando por la nuestra.

-          Lo siento, cielo, pero eso no será posible. ¿Cato? – Clove sonríe con satisfacción mientras le da el paso a Cato, Cato no puede con su emoción y la atraviesa con su espada.
Escucho gritos y sollozos, pero eso no nos detiene.

De alguna manera nos sentimos aliviados. Estamos conscientes de que el juego ha comenzado.
Hay risas y felicitaciones.

Escucho a Glimmer gritar:
-          ¡Doce menos, quedan once!

Los demás vitoreamos eso.

Comenzamos a registrar a la chica, por si alguna de sus provisiones nos servía, pero no tenía nada que fuera bueno.

-          Será mejor que nos vayamos para que puedan llevarse el cadáver antes de que empiece a apestar. – Dijo Cato con sorna.

Todos estamos de acuerdo con esto; comenzamos a caminar una vez más, pero hay algo que no parece correcto.

-          ¿No tendríamos que hacer oído ya el cañonazo? – Pregunto con cierta confusión.
-          Diría que sí, no hay nada que les impida bajar de inmediato. – Azora me dio la razón.
-          A no ser que no esté muerta. – Sugirió Glimmer.
-          Está muerta, la atravesé yo mismo. – Nos contestó Cato con cierto fastidio.
-          Entonces, ¿qué pasa con el cañonazo? – Pregunto una vez más.
Puedo notar como Cato se enfurece cada vez más, es como una burla hacia él. Por primera vez, Clove permanece callada y Peeta parece no importarle.
-          Alguien debería volver y asegurarse de que está hecho. – Dijo Azora con cierta molestia.
-          Sí, estoy de acuerdo con Azora. No quiero tener que perseguirla dos veces. – Glimmer también se veía fastidiada.
-          ¡Dije que está muerta! – Cato ya estaba hirviendo, estábamos dudando de sus capacidades de profesional y eso no lo soportaría nunca.

Comenzó toda una discusión que podría terminar mal, hasta que alguien gritó y para mi sorpresa había sido Peeta.

-          ¡Estamos perdiendo tiempo! ¡Iré a rematarla y seguiremos moviéndonos!

Esto nos sorprendió a todos, sobre todo a Cato, que además de eso solo lo molestó más.

-          Venga, chico amoroso –le dijo Cato-, compruébalo tú mismo.

Todos nos quedamos callamos y lo observamos mientras iba hacia ella.
Entonces una voz me sacó de mi trance. Era Glimmer.

-          ¿Por qué no lo matamos ya y acabamos con esto?
-          Deja que se quede. ¿Qué más da? Sabe utilizar el cuchillo. – Le contestó Clove.
-          Además, es nuestra mejor posibilidad para encontrarla. – Dijo con sorna Cato.
-          ¿Por qué? ¿Crees que la chica se tragó la cursilería romántica? – Volvió a preguntar Glimmer con cierto fastidio. Sé que esto está siendo algo difícil para ella.
-          Puede. Parecía demasiado simplona. Cada vez que la recuerdo dando vueltas con el vestido me dan ganas de vomitar. – Dijo Clove con cierto asco y burla en su tono de voz.
-          Ojalá supiéramos como consiguió el once. – Esta vez es Azora la que lanza la pregunta al aire.
-          Seguro que el chico amoroso sabe. – Clove dijo con seguridad.

Todos se callaron cuando escucharon a Peeta regresar.

-          ¿Estaba muerta? – Preguntó Cato son soberbia en su voz.
-          No, pero ahora sí – Le responde Peeta. En ese momento se escuchó un cañonazo. - ¿Nos vamos?


Así todos partimos de regreso, para tomar un descanso: Beber un poco de agua, comer y montar turnos sobre quien debería dormir primero y quien debería montar guardia.

17





Ya había pasado el atardecer, Peeta es ahora parte de la alianza. Dejamos que Azora y Peeta se compongan un poco, para después comenzar con la cacería en el bosque.
Beben un poco de agua y comen.


Justo al caer la noche escuchamos el himno que procede al recuento de bajas.
Dirigimos nuestras miradas al cielo y vemos el sello del Capitolio que parece flotar.
En realidad estamos viendo una pantalla enorme que transportan en uno de sus silenciosos aerodeslizadores.
El himno termina y el cielo se oscurece un momento. En casa estaríamos viendo la repetición de todos y cada uno de los asesinatos, pero consideran que eso sería una ventaja injusta para los tributos sobrevivientes.


Una vez más, todos nos miramos; estamos a punto de ver cuántos quedamos en la arena.


La primera fotografía que se proyecta es la chica del Distrito 3. El siguiente es Breck; tomo la mano de Azora, para que esté consciente de que ahora está conmigo.
El chico del Distrito 5. Los dos del 6 y del 7. El chico del 8. Los dos del 9. Y finalmente la chica del 10.


Escucho un pequeño suspiro, puede que sea de parte de Peeta, pero no digo nada.


Vuelven a pasar el sello del Capitolio con una última floritura musical. Después nos volvemos a quedar a oscuras con los extraños sonidos del bosque.



Quedamos 13 en la arena.


16




Cuando Glimmer y yo nos percatamos de esto nos miramos por unos segundos para después dirigirnos hacia ellos.

Al acercarnos más a ellos me di cuenta que aquella persona que nos estaba dando la espalda era Peeta, del Distrito 12.

-          ¿Qué sucede aquí?- Pregunta Glimmer algo confundida.
-          Glimmer, Marvel, ¡qué bueno que llegan! nos hemos encontrado al Chico Amoroso, tiene una jugosa petición. – Nos dice Clove dirigiendo su mirada hacia nosotros. Puedo notar que sostiene a Peeta de la camiseta.
-          Bueno, creo que eso es algo que se tiene que discutir cuando esté la alianza completa, ¿dónde están Azora y Breck? – Contesté algo más que desesperado de información.
No veía a Azora en ninguna parte y eso estaba alterándome, era una profesional pero eso no te exenta de nada.
-          No lo sabemos, ya deberían de estar aquí y lo saben, tal vez estén muertos, no podemos detenernos por ellos. – Dijo Cato de manera autoritaria. En el momento que dijo eso mi cara de distorsionó por completo, Glimmer lo notó y trató de calmarme.
-          Marvel, calma, ella está bien, te lo aseguro. – Me dijo en un susurro; luego se dirigió a Cato y Clove. – Podemos esperarlos unos cuantos minutos, solo para comprobar.
-          Está bien, esperaremos hasta el atardecer, si para ese entonces ella no llega, ya sabremos que pasó.

Mientras esperábamos nos sentamos alrededor del lago, descansando un poco, contando la armas que teníamos, a quien le servía a cada cosa, los provisiones con las que contábamos, tomando un poco de agua, comiendo algo de fruta seca, etc. Cato y Clove no dejaban de vigilar a Peeta, y a este se le notaba completamente incómodo.

Cuando el sol se estaba poniendo mis nervios aumentaban, no llegaba, tal vez murió.

Estaba a punto de perder toda esperanza cuando escuchamos algo que venía del bosque, todos nos pusimos en posición de ataque por si era necesario, de repente, ella salió del bosque, venía sumamente alterada y agitada, algo había sucedido.

Todos volvimos a nuestras posiciones y caminé hacia ella; estaba viva, era todo lo que me interesaba.

Cuando estuvimos frente a frente la abracé, olvidando por completo que tal vez haya muchas cámaras en nuestro enfoque.

-          ¿Qué sucedió? ¿Por qué no regresabas? – No pude evitar preguntar haciendo evidente mi tono de preocupación.
-          Entré al baño de sangre, todo iba bien, estaba viéndolos constantemente pero algo salió mal, pude notar de Breck estaba teniendo problemas, así que fui a ayudarlo, tuvimos que correr, ya estaba herido, cuando el chico del Distrito 11 le lanzó un cuchillo, así apuñalándolo, lo vi caer, estaba confundida, no sabía qué hacer, acababa de ver a mi compañero de distrito morir y no pude hacer nada al respecto para evitarlo, solo me quedé ahí parada, cuando regresé a mi estado normal pude notar que este mismo chico corría hacia mí, tuve que huir. Estaba realmente angustiada, no sé qué fue lo que me pasó, lo siento. – Me abrazó y pude ver una lágrima bajar por su mejilla, así que la limpié. Me dolió demasiado verla en ese estado.
-          Ya estás bien, ya estás conmigo, estás con tu alianza, ahora nos cuidaremos el uno al otro, ¿de acuerdo? Ahora vamos con ellos, que te estábamos esperando, hay un asunto que debemos resolver, te daré algo de agua y comida para que puedas reponer tus energías. – La tomé de la mano y la llevé con los demás; para cuando llegamos ella ya se había recuperado lo suficiente como para que no la vieran tan afectada.
-          ¿Qué sucede? ¿Todo bien, Azora? – Preguntó Glimmer notando sus ojos algo rojos.
-          Sí, todo bien, gracias Glimmer. – Dijo con una pequeña sonrisa.
-          ¿Dónde está Breck, Azora? – Preguntó Cato.
-          Fue asesinado por el chico del Distrito 11, no lo pude ayudar.
-          Oh, es una lástima, era realmente bueno con las trampas. – Dijo Clove con un tono de lástima. – De acuerdo, Chico Amoroso, habla.

En ese momento todos dirigimos nuestra mirada hacia Peeta, Azora que no lo había notado hasta ahora se sobresaltó un poco, lo cual me sacó una pequeña risa.

Peeta nos miraba no muy seguro, era muy obvio que desconfiaba de nosotros, por mi parte, no buscaba asesinarlo, sabía que si no nos gustaba lo que dijera, Cato se haría cargo de él, así como de Katniss, su compañera de distrito, no le agrada demasiado por haber sacado una calificación mayor que él en el entrenamiento.
Finalmente, se decidió a hablar.

-          Sé que Katniss, mi compañera de distrito, no les agrada del todo, así que, he pensado en iniciar una alianza con ustedes, ya que yo los puedo ayudar a encontrarla más rápido.

Esto era nuevo, ¿no se supone que el está enamorado de ella? Eso es traición.
Dirigí mi mirada a Azora, sé que ella piensa lo mismo que yo.

Después dirijo mi mirada hacia todos los demás, todos tienen la misma expresión en su rostro: Confusión.
No lo comprenden.

Hasta ayer el había declarado su amor a ella frente todo Panem.

-          ¿Y esta traición a que se debe esta traición? – Preguntó Azora, con decisión.
-          Bueno, estos son Los Juegos del Hambre, aquí el amor ni la amistad existen, esto es matar o morir. Estoy luchando por mi vida.

Todos nos miramos. Estábamos confundidos. Sí, estos eran Los Juegos del Hambre, pero nadie está exento a los sentimientos.

Miró una vez a Azora, la contempló durante unos segundos, y sé que yo nunca podría hacerle tal cosa. Nunca podría traicionarla, aunque me costara la vida.

-          ¿Cómo sabemos que dices la verdad? ¿Cómo sabremos que esto no es solo un engaño? ¿Un plan ideado por ustedes dos? – Preguntó Glimmer.

Peeta dudó un momento, pero contestó.

-          Katniss es realmente astuta, pero no piensa demasiado, es buena en las trampas, pero no lo suficiente, las puedo reconocer en un segundo. Los guiaré hacia ella, yo tampoco la quiero en el mapa.


Y con eso se ha ganado a Cato y Clove.
Por otra parte, esto no nos parecía buena idea a la otra parte de la alianza.


No se puede confiar en alguien enamorado.

martes, 7 de enero de 2014

15





Sesenta segundos.


Es el tiempo que tenemos que estar de pie en nuestros círculos metálicos antes de que el sonido de un gong nos libere. Si das un paso al frente antes de que acabe el minuto, las minas te vuelan las piernas.


Abro los ojos.


Sesenta segundos:

Es el tiempo para observar el anillo de tributos. Visualizo a lo lejos a Glimmer y a un tributo de distancia a Azora.

Ahora veo la Cornucopia con todo lo que hay a su alrededor; lanzas, flechas, cuchillos, mochilas, tiendas de campaña, cerca veo un lago.

Analizo detenidamente todo lo que está a mí alrededor, comienzo a sacar cuentas y ver mis posibilidades.
Por el momento mi único objetivo es correr directamente a la Cornucopia y adentrarme al baño de sangre.

Treinta segundos.

Fijo mi vista hacia Glimmer, ella lo nota y me mira también.

-          Estaré bien.- Puedo leer en sus labios.


Después fijo mi vista en Azora, que se ve completamente tranquila. Me mira y me sonríe.

Quince segundos.

La cuenta regresiva comienza.

“Tú puedes Marvel, tu puedes hacerlo.” Me repito una y otra vez.

Y suena el gong.

Corro como solía correr en los entrenamientos de la Academia, llego a la Cornucopia y antes de si quiera haberme dado cuenta de la situación ya me había convertido en un asesino.

Comencé a asesinar a cada persona que se interpusiera en mi camino, teniendo en mente a solo dos personas por las cuales debía luchar: Glimmer y Azora.

Debía permanecer vivo por ellas.

Cañonazo tras cañonazo.

Ese sonido comenzó a sentirse familiar para mis oídos.

Pasaron horas para que el baño de sangre finalizara, sin embargo, se sintieron como tan solo unos cuantos minutos.

Cuando finalizó miré a mí alrededor: Cadáveres completamente destrozados.
Eran adolescentes como yo, otros eran simplemente niños, también luchando por sus vidas.

De pronto me sentí como la peor persona del mundo por participar en tan sádico evento, son personas inocentes, ¿por qué asesinarlas?

Esto apenas había comenzado y sentía que ya no podía.

Estaba a punto de volverme loco en medio de todos mis pensamientos cuando mi cordura regresó. Azora y Glimmer.

¿Dónde estaban? Necesitaba encontrarlas.


Comencé a buscarlas desesperadamente con la mirada y estaba comenzando a temer lo peor cuando tocaron mi hombro: Era Glimmer.

-          Te dije que estaría bien. ¿Tu cómo estás?.- La miro detenidamente y a pesar de estar en estas condiciones me regala una perfecta sonrisa.

-          Estoy bien, solo algo sorprendido todavía.



Nos alejamos de ahí lentamente, cuando vimos a unos pocos metros a Cato y Clove hablando, no lo podía ver bien porque nos daba la espalda, si de algo estoy seguro, es que definitivamente ese no es Breck.